Las quimeras de Homex
Alberto Aguirre
Encumbrada en el foxismo, Homex quiso replicar su modelo de negocios en países sobrepoblados, donde el mercado de vivienda de interés social estaba desatendido por los desarrolladores locales.
A la mitad del sexenio sexenio calderonista, la firma de los hermanos De Nicolás Gutiérrez aterrizó en Brasil, donde construyó 1,300 unidades en São José dos Campos, una comunidad ubicada al noreste de Sao Paulo. Para el 2012 ya había concluido otros dos desarrollos, en Marilia y Campo Grande, y acumulaban un inventario de 5,571 viviendas.
Los negocios internacionales de Homex —según la información que entregaron a las autoridades reguladoras— requerían tres o cuatro años para madurar. El plan de expansión de Gerardo y Eustaquio contemplaba desarrollos en la India y Arabia Saudita
Dos años antes había nacido Homex India Private Limited como subsidiaria de la firma sinaloense, en la que invertiría 150 millones de dólares. Y a través de una alianza estratégica con el fondo Kotak Real State replicarían su modelo de negocio en Chennai, donde proyectaron 2,000 viviendas en un terreno propiedad de KS Realty, a la que trataron de adquirir, a través de un hostile takeover.
En medio estaba Grupo Puravankara, una viviendera con más de 35 años de experiencia y operaciones en media docena de ciudades de aquel subcontinente y un “banco de tierra” de más de 11.6 millones de metros cuadrados, con la que Homex trazó su plan para incursionar en la península arábiga donde anunciaron —a finales del 2010— construir 1,450 unidades de vivienda en la comunidad de Al Qara, a las afueras de Jeddah. Su inversión sería de 1.5 millones de dólares.
A través de créditos revolventes, contratados con instituciones bancarias de México, Brasil y Estados Unidos, Homex cubrió entonces sus necesidades de capital de trabajo. En noviembre del 2012, un mes antes del cambio de poderes, recibió una línea de crédito por 456.7 millones de dólares del Banco de Comercio Exterior.
Entonces, había ampliado su portafolios de servicios. Y firmó un contrato de prestación de servicios para construir dos penales federales, en Morelos y Chiapas. La unción de Enrique Peña Nieto en la Presidencia de la República —quien coincidió en su formación universitaria con Eustaquio de Nicolás— suponía un horizonte inmejorable para los negocios de la compañía sinaloense. Ocurrió todo lo contrario.
Los proyectos en Arabia Saudita y la India quedaron cancelados definitivamente en el 2013. Ya entonces, la Procuraduría Fiscal había emplazado a De Nicolás para cumplir con sus obligaciones fiscales en el 2013, mientras que la Security Exchange Comission en Estados Unidos ya recababa las pruebas de los que posteriormente sería catalogado como el mayor fraude de la historia de México, por la venta de más de 100,000 viviendas que nunca se edificaron.
Homex cayó en concurso mercantil en el 2014. En el juzgado primero de distrito con sede en Culiacán quedaron reconocidas los compromisos contraídos con instituciones bancarias, proveedores y empleados. Para cubrir el monto tramitado con Bancomext, el juez asignó 5.4 millones de acciones.
Eustaquio De Nicolás relevó a su hermano en la dirección general de Homex y para renegociar las deudas, mantuvo al abogado Roberto Vez como su consejero y reclutó a Rigel Ortiz como director jurídico de Homex. Ellos fueron los que buscaron, a mediados del 2017, frenar las acciones legales emprendidas por Bancomext en su contra.
Como contraprestración recíproca a la transacción de las controversias que estaban vigentes —llegaron a acumularse 10 órdenes de aprehensión— ofreció lo único que tenía: acciones adicionales representativas del capital social de Homex por 104 millones 393,070 pesos, cantidad era equivalente al valor de los ingresos y bienes que ofreció en su carácter de solidario obligado. Esa cantidad era apenas una cuarta parte del monto principal.
Con información de El Economista