Morena ¡aguas! ¡ahí vienen los traidores!; “¡fuchi, caca!”, exclamaría el presidente Obrador  

Lidia Argüello Espinoza 

Quienes operan la traición de alcaldes, regidores y diputados del Partido Sinaloense, no debilitan al partido estatal, no lo borran del mapa electoral, pero sí están sepultando las carreras políticas de los desleales, de los traidores, de aquellos que sin ningún principio o recato están desertando del instituto político estatal creyendo que Morena u otro partido los recibirán con los brazos abiertos para desplazar a su militancia y promoverlos para una relección. 

¿En verdad creen los traidores del PAS que serán tratados o tratadas con decoro por otros partidos conociendo que son unos traidores, que andan de partido en partido y que una vez que consiguen lo que quieren dan la espalda a quienes les tendieron la mano o los postularon? ¿En verdad creen los traidores que en el 2024 algún partido político los tomará en cuenta para un puesto de elección popular? ¿En verdad piensan que Morena les dará un trato especial por haber traicionado al partido que los postuló y los apoyó para que ostentaran un cargo de elección? 

Según parece, aquellos o aquellas que están renunciando al PAS, orientan sus pasos a Morena ¿Para que los quieren ahí? Morena es un partido que en Sinaloa no tiene formado su comité directivo estatal ni sus comités municipales y está integrado por muchas “dueños” o “generales” en constante pugna interna. Van unos nombres para ilustrar: Luis Guillermo Benítez Torres, Jesús Estrada Ferreiro, Gerardo Vargas Landeros y otros alcaldes, a los que se suman la Senadora Imelda Castro y las diputadas federales, etcétera. Ah. Y el gobernador Rubén Rocha Moya.   

Los alcaldes de Morena unos se manejan de manera institucional y otros se resisten a que el gobernador Rubén Rocha Moya los controle o que ejerza sobre ellos cierto tipo de dominio político. Cada quien cuida que no se invada políticamente sus municipios o su territorio político pensando en lo que se viene: unos buscando la reelección, otros imponer a su sucesor y otros más queriendo imponer candidatos a diputados locales y regidores. La riña más encarnizada la libran por las candidaturas al Senado de la República.  

Nadie piensa ceder una posición a un traidor o traidora en el 2024. Nada más con verlos venir o afiliarse a Morena o a algún otro partido gritarán “¡aguas! ¡ahí vienen los o las traidoras!”, pues el que comete una traición, probablemente no se podrá resistir a volverla a cometer de nuevo. Los traidores serán vistos como apestados. Serán plenamente identificados. Ya no tendrán la oportunidad de ofrecer o jurar fidelidad o lealtad política a nadie. No podrán encubrirse ni pasar como honestos, como confiables. La traición la llevarán a flor de piel. No podrán enmascarar su obscenidad.  

En el traidor o traidora no existe bondad, ni misericordia, ni compromiso, ni lealtad, ni honor, ni nada que sea virtuoso o que tengan validez moral. Sonríe si es conveniente, es zalamero si es pertinente, se entrega, se somete, compunge o enfurece cuando es oportuno y redituable y aprovecha todo aquello que le venga bien. Los traidores del PAS decidieron vivir políticamente como apestados y que el pueblo o los electores los señale como traidores. Fueron decisiones propias que tomaron para dar rienda suelta a sus ambiciones y apetitos políticos y económicos. Quienes les ofrecieron el mar y las estrellas a cambio de que traicionaran al PAS y que hicieran pública esa traición se han de estar defecando de la risa. Pobres. Los traidores no caben en ningún lado. Cuando menos yo no les abriría o no les abriré la puerta de mi casa mucho menor votaré por ellos. “¡Fuchi, caca!”, exclamaría el presidente Andrés Manuel López Obrador.   

Con información de Gremio News

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