Violencia letal y federalismo
Gustavo de Hoyos Walther
El proyecto llamado México no tiene futuro si no logramos crear las condiciones para que se despliegue una situación de convivencia civilizada en nuestro país. Ese no ha sido el caso. Aunque no podríamos decir que México es un Estado fallido, sí se puede argumentar que es un Gobierno fallando.
Usar el gerundio en lugar del participio podría darnos esperanza de que hay soluciones posibles. Cualquiera que estas sean tendrían que partir del principio federalista y no de una concepción centralista de la vida política. A esta conclusión están arribando quienes están poniendo atención.
Para empezar, habría que decir que el mapa de la seguridad en México no es homogéneo. Hay zonas del país donde si no reina la tranquilidad, sí se caracterizan por bajas tasas de violencia letal relativa.
La violencia letal se suele definir como una sumatoria de varios tipos de delitos graves que atentan contra la integridad física de las personas.
En un estudio hecho por México Evalúa, Yucatán y Tlaxcala aparecen como las dos entidades federativas con las tasas inferiores al promedio nacional del año anterior y tendencia anual a la baja. Por otro lado, Sinaloa y Guanajuato son los dos estados con mayores tasas superiores al promedio nacional del año anterior y tendencia anual al alza. Baja California y Sonora son los estados con las mayores tasas superiores al promedio nacional, pero con tendencia a la baja.
Estando de acuerdo en que es mejor tener la tendencia a la baja en violencia letal que al alta, Baja California es la entidad federativa con mayor tasa de violencia letal en todo México.
El documento de México Evalúa apunta a uno de los principales errores de la estrategia llevada a cabo. Se ha realizado lo que se llama “debilitamiento operativo” que consiste en poner en práctica detenciones, decomisos y despliegues federales sin el acompañamiento de acciones por parte de fuerzas locales de seguridad. Por el contrario, ahí donde existen políticas locales que van al caso los estados mantienen una baja tendencia a la violencia letal.
En Baja California, entonces, el problema es doble, una política diseñada desde el centro que no toma en cuenta las particularidades regionales y una falta de un plan a nivel local que enfrente eficientemente el problema.
Hay que recordar que Baja California – como la Ciudad de México – es un estado donde el mismo partido ha gobernado en los últimos dos periodos gubernamentales. Aunque es cierto que en el caso de la Ciudad de México el mismo grupo político se ha mantenido el poder en lo que va del siglo XXI y que en California eso no ha sido así, la verdad es que parece que estamos siendo testigos de gobiernos que, aunque ganan elecciones, no resuelven las problemáticas ciudadanas más apremiantes.
Quizás pronto la ciudadanía en el estado quiera escoger otra opción política cuando parece evidente que la actual es incapaz de actuar conforme a los cánones del buen Gobierno.
