Sinaloa: una demostración de poder, pero del otro lado

Alfonso Carlos Ontiveros Salas

Extraditar a veintinueve narcopromotores de violencia a los Estados Unidos, no puede considerarse como una demostración de sana vecindad.

La diferencia entre los gobiernos de Estados Unidos y México creció exponencialmente ante los señalamientos de que el gobierno mexicano tenía nexos de protección o colusión con miembros de grupos criminales. Los “abrazos y no balazos” ha sido considerados como una forma de complicidades peligrosas.

La asunción al poder político de Donald John Trump al gobierno de los Estados Unidos desató una guerra mediática de manera inmediata haciendo señalamientos de que las organizaciones criminales en esta parte de la frontera se habían convertido en una amenaza a la seguridad nacional norteamericana.

El fentanilo fue el motivo de esa actitud hostil de aquel gobierno, ya que las autoridades mexicanas habían negado sistemáticamente que se fabricara esa droga letal en México, el expresidente López Obrador lo negó reiteradamente en su gobierno.

Sin embargo, esa negativa quedó vergonzosamente al descubierto con las grandes cantidades de dicha droga letal que ha sido asegurada en unos cuantos días en el gobierno de la Presidenta Claudia Sheinbaum.

Esos aseguramientos aparecen después de la amenaza de que habría incrementos a los aranceles a los productos mexicanos por parte de las autoridades norteamericanas, produciendo preocupaciones no solo al gobierno sino a los productores mexicanos.

El Presidente Trump por un lado no solo amenazó incrementar los aranceles sino que también calificó como organizaciones terroristas a diversas organizaciones que operan en México como el Cártel del Pacifico, el Cartel Jalisco Nueva Generación entre otros, una amenaza real que puso en riesgo la soberanía de México obligando al gobierno de México a una alerta máxima para evitar cualquier intervención armada de ese gobierno extranjero.

La invasión norteamericana de alguna manera se dio ya que el espacio aéreo mexicano se vio invadido por aeronaves norteamericanas y por drones que, aunque no ingresaron armados como lo dijo el propio Secretario de la Defensa, lo cierto es que sí realizaron labores de espionaje sin que se haya evitado ese tipo de actividades ilegales por el gobierno de México.

El Senado se quedó mudo porque no hizo ningún pronunciamiento y porque algunos protegidos por esa capa de inmunidad están sujetos a expedientes de investigación al otro lado de la frontera mexicana, por posibles complicidades con miembros de la delincuencia organizada.

La amenaza arancelaria y la denominación de terroristas a los cárteles de la droga, provocó presiones políticas al gobierno de México y extrañamente cede de manera sorpresiva en entregar a veintinueve narcoterroristas al gobierno norteamericano en unos cuantos minutos.

Se desconoce si los involucrados en la extradición tenían o no procesos que los ampararan en México para no ser juzgados por los mismos u otros delitos en tribunales judiciales en otro País.

¿Debilidad del gobierno de México por carecer de autoridad moral para enfrentar con firmeza a un gobierno extranjero? ¿La Presidenta Sheinbaum se vio presionada para no dejar al descubierto las graves complicidades de López Obrador con miembros de la delincuencia organizada?

Es urgente que la Presidenta lleve a cabo una revisión de su gabinete para remover de su estructura a personajes que tengan ligas con miembros de la delincuencia organizada o cuando menos, con sospechas, y nombrar a personas que le aseguren lealtad y transparencia a su gobierno. Lo mismo debe hacerse en la estructura política de su partido y en algunos gobiernos estatales. Las condiciones políticas del momento no recomiendan otra cosa.

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