Estudio sobre América Latina explica qué hicieron mal países con violencia. Casi todo
Obed Rosas
¿Qué estrategia resulta efectiva a la hora de reducir los homicidios? ¿Ha servido la militarización, el descabezar organizaciones criminales? O es mejor atender las causas, realizar patrullajes en zonas violentas, regular la venta de armas y controlar el consumo de alcohol en zonas rojas. Un informe académico ha analizado una serie de estudios sobre la inseguridad en Colombia, México y Brasil y ha arrojado lo que se ha dicho por años: la violencia no acaba con la violencia.
A nivel nacional, siete de cada 10 mexicanos considera inseguro el lugar en el que vive, una percepción que se ha mantenido en esos niveles a raíz de los altos niveles de violencia que han acechado al país y que se han visto traducidos en una tasa de 24 homicidios por cada 100 mil habitantes, una cifra que está muy por encima del promedio global (5.8) y de los países de la OCDE (2.6).
Lo cierto es que no se trata de una problemática que sólo enfrente México, el continente americano también posee la mayor tasa de homicidios por cada 100 mil habitantes del planeta (15), por encima de África (12.7), Oceanía (2.9), Asia (2.3) y Europa (2.2). Aún más, el problema se concentra en América Latina y el Caribe, con una tasa de 19.9.
Frente a ello, los Gobierno de México, y en general de la región, han implementado una serie de estrategias que no siempre han sido evaluadas, hasta ahora que el Laboratorio de Análisis de la Violencia, con apoyo de Open Society Foundations, ha llevado a cabo esta labor, cuyos resultados son expuestos en el informe “¿Qué funciona para reducir homicidios en América Latina y el Caribe? Una revisión sistemática de las evaluaciones de impacto”.
A partir del análisis de 65 evaluaciones, 42 de ellas provenientes de Brasil, 10 de Colombia y 5 de México, con una menor representación de otros países, los académicos Ignacio Cano, Emiliano Rojido, Doriam Borges encontraron que la limitación a la portación de armas de fuego funciona a reducir los homicidios al igual que la restricción en la venta de alcohol en zonas muy violentas. De igual forma, apunta que el patrullaje policial en áreas de alta incidencia de homicidios ha arrojado resultados.
Por otro lado, el estudio encontró que la militarización de la seguridad pública en realidad es contraproducente y da datos para demostrarlo. Los académicos analizaron el Plan Fortaleza, en Cali Colombia, que desplegó a los militares en locales de alta incidencia y el combate al narcotráfico promovida en México por el Gobierno de Felipe Calderón. Cada uno de esos programas fue objeto de una evaluación.
“El experimento en Cali mostró un aumento de los homicidios reportados en áreas contiguas a aquellas en que los militares estuvieron presentes. Por su parte, el estudio sobre México reveló un aumento de 10 homicidios por 100.000 habitantes en las zonas donde actuaron los militares. En consecuencia, aunque las evaluaciones se limitan a dos casos, la evidencia existente en este momento apunta a que la militarización de la seguridad provoca un aumento y no una reducción de la violencia letal”.
También analizó descabezamiento de grupos criminales e indicó que fue contraproducente. “Esta es una iniciativa que tuvo lugar en México durante el gobierno Calderón. Aunque estas operaciones fueron desarrolladas tanto por la policía como por las fuerzas armadas, estas últimas tuvieron un papel fundamental, razón por la cual esta intervención está englobada dentro de la militarización de la seguridad pública”.
“Se identificaron dos evaluaciones del descabezamiento de grupos criminales en México. Ambas revelaron aumentos de los homicidios en los períodos posteriores a la muerte o prisión de los jefes de los grupos criminales, tanto en los estados en los que sucedían esas muertes o prisiones como, sobre todo, en el estado de origen de esos líderes, lo cual estaría relacionado a la lucha por el poder resultante de la neutralización de los jefes. Así, aunque solo existen dos evaluaciones, la evidencia hasta ahora es clara en apuntar que la eliminación de los líderes de los grupos criminales puede generar más violencia”.
La actual Presidenta mexicana Claudia Sheinbaum Pardo ha dicho al presentar esta semana su estrategia contra la violencia que emprenderá una estrategia integral que contempla atender las causas y mejorar la investigación, puntos que son considerados como promisorio en este estudio, pero sobre todo ha insistido que no se puede atender la violencia con la violencia, algo que concuerda este estudio.
“Lo primero, que es muy importante, es: no va a regresar la guerra contra el narco, de Calderón. No buscamos ejecuciones extrajudiciales, que era lo que ocurría. Nosotros, ¿qué vamos a usar? Prevención, atención a las causas, inteligencia y presencia en esta estrategia de cuatro ejes. Atención a las causas”, dijo ayer.
¿QUÉ SIRVE Y QUÉ NO?
El informe analiza una serie de políticas implementadas en Brasil, México y Colombia. Por ejemplo, expone que no todas las estrategias para atender la portación de armas de fuego no han funcionado. Analiza que la limitación de posesión de este armamento se intentó en Brasil con resultados encontrados.
Asimismo, se analizó la entrega voluntaria de armas con base a programas de Argentina, Brasil y Panamá sin que se hayan obtenido un impacto en la reducción de los homicidios. En contraparte, los programas de limitación al porte de armas “apuntan a algún resultado positivo en términos de reducción de homicidios, aunque el efecto no se dio en todos los lugares ni en todos los momentos”.
El informe señala además que las leyes contra la violencia de género y el feminicidio son promisorias “considerando que varias evaluaciones apuntan a un resultado positivo, aunque no todas, clasificamos este tipo de programas como promisor”, mientras que establece que no hay un resultado concluyente en la creación de comisarías de violencia de género debido a que las evaluaciones presentan limitaciones, “por lo que, además de su reducido número, se concluyó que más estudios son necesarios para estimar si es una intervención que funciona”.
Lo que sí funcionó, de acuerdo con la evidencia, fueron los programas que restringían los horarios de venta de alcohol por las noches. “Fueron identificadas un total de siete evaluaciones, cinco correspondientes a restricciones del horario de venta de alcohol en los municipios del estado de Sao Paulo, Brasil, y dos correspondientes a una política similar en Bogotá y Cali, Colombia.
“Los datos revelaron que los horarios más restrictivos presentaban una reducción más intensa de la violencia letal en comparación con los más laxos, lo cual constituye otra evidencia importante en favor de este tipo de programas”.
También se puntualizó que las intervenciones de patrullaje policial en áreas de alta incidencia de homicidios funcionan, mientras que las estrategias generales de patrullaje policial, la mejora en la investigación de homicidios y la mejora en los sistemas de información criminales son “promisorios”, debido a que falta más evidencia concluyente para determinar su funcionalidad.