Enésima embestida mediática contra la UAS

Alfonso Carlos Ontiveros Salas

Las trincheras periodísticas no serán barrera para que la Universidad Autónoma de Sinaloa discipline los actos cometidos por sus trabajadores. Permitir la intromisión es tanto como darles poder a extraños para que dicten las decisiones del patrón. El trabajador que quiera cuestionar el espacio laboral en el que trabaja, que se vaya y obtenga la libertad que quiere.

La autonomía de la Universidad Autónoma de Sinaloa, como lo han querido interpretar algunos trabajadores, no es sinónimo de indisciplina, arbitrariedad y anarquía. Hay normas jurídicas que deben atender y respetar, de lo contrario se aplicarán y los sancionarán.

Escudados en esa autonomía que ellos piensan, lanzan dardos envenenados desde los predios enemigos, pero enfrentarán escudos de defensa universitarios que resistirán toda agresión planeada desde el gobierno y testaferros que se prestan a un juego político sucio en contra de la UAS.

La Universidad Autónoma de Sinaloa se rige por normas que deben ser cumplidas. No es un desierto vacío y desolado. Tiene una administración activa y funcional, pero siempre atenta a las agresiones de un enemigo que se ha empeñado en conquistarla urdiendo planes de siniestralidad diabólica que hasta el crimen han llegado.

Como Institución educativa no polariza sus determinaciones, son racionales y flexibles. Los hechos provocados por la pluma del trabajador investigado, deberá responder por ellos y si son de tal manera graves podrán ser motivo de sanción.

En la esfera jurídica del patrón sólo impera una facultad única y separada de toda influencia política o mediática. La defensa desatada en favor de Jorge Ibarra es una preocupación visible porque pueden perder un instrumento valioso para los ataques enemigos.

La tropa enemiga, seguirá teniendo derrotas. Desde el gobierno se emprendió la guerra y sus fieles panfleteros sufren porque sus guerreros están en riesgo de ser acorralados y vencidos. La UAS ha soportado esos embates sin descanso y sin consideraciones. El enemigo aúlla como lobo acorralado cuando el fusil se alza para fusilar a uno de ellos.

Escribir, ejercer el periodismo, es una virtud y un privilegio. Utilizar la pluma para atacar a quien le da trabajo, es una aberración y una falta por la que se tiene que responder. Quieren confundir a la sociedad, pero no es ninguna censura y menos un ataque a la libertad de expresión el derecho del patrón a sancionar las faltas en que incurran sus trabajadores. No se equivoquen ni se engañen, porque como dice alguien por ahí, es falso de toda falsedad.

Es aplicar la ley laboral y no persecución contra periodistas. Quien quiera difundir lo que piense o crea, que se refugie en el espacio laboral donde tenga o le permitan esas libertades. La UAS no es el espacio para que la ofendan y difamen a placer y que no suceda nada.

El despido de Ernesto Hernández Norzagaray fue reprochable y perverso. Un periodista y columnista con muchos años de experiencia y en una empresa que le dio la espalda y lo pateó groseramente porque no se prestó al juego sucio de atacar a la Universidad Autónoma de Sinaloa en sus columnas periodísticas. Nadie, entró en la defensa a sus derechos, lo dejaron solo ¿Dónde quedó la Comisión de Derechos Humanos, el Instituto de protección a Periodistas o Artículo 19?

La reacción mediática, deja al descubierto todo un plan bien fraguado para seguir con los ataques sistemáticos contra la Universidad Autónoma de Sinaloa. Son tan torpes que solos se delatan cuando dicen que como ya no está el Mtro. Cuén Ojeda haber quien la defenderá.

Se cometió un crimen. Las citaciones llegan. Hay confianza de que los culpables responderán por él ¿Quieren que la exfiscal y la que está en funciones y otros obligados no declaren ¿qué quieren ocultar con esas interferencias en la investigación? el criminal podría estar muy cerca.

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