La amenaza de Estados Unidos

Caleb Ordóñez

Estados Unidos se encuentra en la temporada política más álgida y polarizante, de los últimos años.

En ese país, las encuestas tienen en un empate técnico a la candidata demócrata Kamala Harris y al magnate republicano Donald Trump. Están a menos de tres meses de ir a las urnas y todavía no se han enfrentado a su primer duelo en algún debate.

Trump fue atacado a balazos en un mitin público mientras que Joe Biden renunció a la candidatura, que obviamente fue un fracaso contundente. Harris entró al relevo y ha subido significativamente los números tanto en las encuestas como en las donaciones millonarias, para la causa demócrata.

Ahora se trata de mencionar a su extraño adversario: México, con quien Estados Unidos mantiene una relación tóxica desde que se han firmado tratados de comercio, donde unos a otros se señalan de ser más favorecidos.

Pero más allá de los ataques electorales y las diferencias marcadas por la rivalidad que suele ocurrir entre hermanos, se ha escalado a grandes problemas diplomáticos durante el ocaso del gobierno de López Obrador.

La extraña captura al ‘capo de capos’ mexicano Ismael “Mayo” Zambada no solo enrareció las relaciones diplomáticas, sino que prácticamente se suspendieron, pues todo el semblante del gabinete de seguridad de la 4T ha lucido derrotado desde entonces.

A todas luces se ha demostrado que la captura de los narcotraficantes en El Paso, Texas, fue desastrosa en cuanto a la colaboración entre naciones, a tal grado que el presidente mexicano desacreditó el informe del FBI y pidió información certera, precisa y suficiente. En otras palabras, nunca le informaron lo que ocurriría y por lo tanto lo desacredita.

Este distanciamiento ha dado un paso más con la amenaza oficial de Estados Unidos contra la 4T, por el tema de la Reforma al artículo 96, donde la izquierda espera modificar la elección de jueces y magistrados del poder judicial.

Un rompimiento estratégico y electoral

La advertencia oficial que ha enviado Estados Unidos a través de Ken Salazar -embajador de Estados Unidos en México- sobre la reforma judicial subraya preocupaciones significativas para la relación comercial entre ambos países. Salazar destacó que la elección popular de jueces, parte central de la reforma, podría desestabilizar el sistema judicial mexicano, facilitando la manipulación por parte del narcotráfico y otros actores. Además, advirtió que esta medida podría erosionar la confianza de los inversionistas estadounidenses en México, comprometiendo así la cooperación económica y comercial.

Esta amenaza no es trivial, considerando el contexto de la reforma, que pretende cambios profundos, también, en la estructura del Poder Judicial en México. La propuesta de López Obrador, impulsada por Morena, ha sido criticada no solo por actores políticos nacionales, sino también por figuras internacionales. El embajador enfatizó que una justicia efectiva y confiable es fundamental, lo que devela una fría relación bilateral.

Las implicaciones de esta reforma van más allá de las fronteras mexicanas. La preocupación de Estados Unidos se centra en la posibilidad de que jueces inexpertos y con motivaciones políticas tomen decisiones que afecten negativamente el entorno de negocios. Señalan que, aunque entiende la necesidad de combatir la corrupción en el sistema judicial mexicano, la elección popular de jueces no es la solución adecuada y podría debilitar las instituciones judiciales.

Incluso la reacción de los mercados también refleja desde hace un par de meses esta preocupación. El banco de inversión Morgan Stanley ya ha degradado su recomendación de inversión en México, citando la reforma judicial como un factor de riesgo. Esto pone de relieve cómo las decisiones políticas internas en México pueden tener repercusiones significativas en la confianza internacional y en la economía del país.

El embajador Salazar pone en evidencia los riesgos de una reforma judicial que, lejos de fortalecer la justicia, podría desestabilizarla, dejándola incluso en manos del narcotráfico.

La reforma, tal como está planteada, deja más preguntas que respuestas sobre el futuro del sistema judicial y su impacto en las relaciones internacionales de México.

Todo esto ocurre el mismo día que Kamala Harris es nombrada oficialmente candidata demócrata. Todo esto es también un guiño a los votantes anti-mexicanos (que apoyan fielmente a Trump), pues en el final del sexenio de AMLO posicionan la frase: “Muera el Rey, viva el Rey”. En otras palabras, los demócratas tendrán toda la campaña para deslindarse de su relación con México. Esto busca ser un rompimiento más allá de lo económico, es un deslinde político a todas luces.

Tristemente, nuestro país siempre será una moneda de cambio en las infernales elecciones estadounidenses.

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