Las imagenes hablan
Rafael Cardona
Coincidimos una tarde en una mesa redonda Claudio X. González y otras personas quienes iban a exponer y debatir sus ideas sobre el tema de la vivienda en México a la cual yo había sido extrañamemnte invitado. El moderador era Leonardo Kourchenko.
–Hola, Claudio. Me da mucho gusto verte. Te quiero pedir un favor.
–¿Lo que tu digas?
–¿Me podrías decir cuáles son los requisitos para obtener una credencial de la mafia del poder?
–Sonrió franco y me dijo: no reúnes ninguno de ellos, no te preocupes.
Un año después Andrés Manuel López O., tomó posesión del gobierno de México. Algunos dicen, de México a secas.
Siete años más tarde de esa broma, veo las fotografías y lo aprecio muy diferente de cómo era aquella tarde.
En una de las imágenes Claudio está ensimismado y cabizbajo, con una hoja doblada de papel en las manos. Aislado del grupo empresarial reunido con la futura presidenta quien se rehusó a verla a sola, como quizá alguien, imprudentemente, se lo había ofrecido.
En otra página la información gráfica es mpás detallada. Claudio X. se queda solo con sus pasos meditabundos y su infrutuosa paciencia en el diván de un solitario salón vacío. El absoluto vacío.
La información dice así:
“Claudio X. González Laporte, uno de los mayores detractores del mandatario Andrés Manuel López Obrador en la campaña presidencial de 2006, estuvo presente en el encuentro de empresarios con Claudia Sheinbaum. Antes de concluir la reunión abandonó el salón principal y se dirigió solo a una sala contigua, en donde aguardó meditabundo, cabizbajo e inquieto una entrevista que solicitó previamente con la virtual presidenta electa.
“Después de un tiempo, Juan Ramón de la Fuente, coordinador de la transición entre gobiernos, ingresó al lugar y le informó que no sería posible hablar con la ex jefa de Gobierno, aunque el ex rector se mostró dispuesto a transmitirle a la morenista cualquier mensaje del empresario”.
¿De quien fue la pifia o la estrategia? Nadie lo dice. Pero el asunto llegó a la boca presidencial:
“…Ayer no me gustó la foto de Claudio X. González, papá, creo que eso no se debe de hacer porque puede pensar distinto a nosotros y puede ser nuestro adversario, pero no hay que ensañarse, ese es el término y hay que respetar a todos y él es un hombre mayor”, dijo el todavía jefe del Estado.
Infobae ofreció este contexto:
“Mientras el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) celebró la reciente reunión de la presidenta electa, Claudia Sheinbaum Pardo con integrantes del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), aprovechó para lamentar las imágenes que se viralizaron del empresario Claudio X. González Laporte quien, se dijo, esperaba tener una reunión privada con la futura mandatario federal quien presuntamente, lo dejó esperando.
“Fue el rotativo La Jornada el encargado de publicar las imágenes del empresario esperando en una sala contigua al Salón Castillo del Hotel Presidente InterContinental ubicado en Polanco, donde se llevó a cabo la reunión”.
¿A alguien le importan a estas alturas el gusto o el disgusto del presidente por la fotografía del desencuentro con un invitado incómodo cancelado (quien sabe por qué) a última hora?
Parece que sí. Pero el regaño, ahí está.