Un plan ausente para Pemex y la promesa de acelerar la transición energética
Diana Nava
La petrolera estatal Pemex ha acaparado la conversación durante el sexenio obradorista, pero no fue así durante el último debate. Las y el candidato no dedicaron una buena fracción de sus bolsas de tiempo para dibujar un plan para la petrolera, que es considerada por algunas agencias calificadoras como el mayor riesgo futuro para las finanzas públicas.
Ninguno de ellos dibujó a Pemex como prioridad. Solo la candidata Xóchitl Gálvez mencionó el nombre de la compañía para dar un pequeño esbozo de lo que pretendería hacer con ésta: “He dicho que para financiar todos estos proyectos es necesario que Pemex deje de perder dinero, vamos a hacer una empresa eficiente, no se va a privatizar. Sin cambiarle una coma a la ley, Pemex va a ser una empresa con un nuevo modelo de negocio que invierta dinero en donde es rentable”.
Gálvez se refería con esto último a priorizar al segmento de exploración y producción de petróleo y abrir la compañía a otros mercados de energía. “Mi respuesta es clara y transparente, se puede trabajar con el sector privado”.
Claudia Sheinbaum no se pronunció al respecto y no dejó ver si abriría o no los negocios a la iniciativa privada, al menos no en cuanto a lo petrolero. Aunque en sesiones a puerta cerrada con empresarios, ha dicho que se encuentra evaluando la propuesta. Lo que representaría la parte más contraria a la política energética obradorista.
Al mismo tiempo la candidata solo mencionó que su plan estará relacionado con energías renovables y una matriz energética a base de gas natural, siguiendo la tendencia del actual sexenio. También, dijo, seguirá con el plan de gasoductos trazado en la actual administración, uno con el que el presidente Andrés Manuel López Obrador tuvo desacuerdos a inicios del gobierno.
“Xóchitl dejó claro que sí va a hacer nuevas rondas, pero más allá de eso, no hay un camino muy claro hacia qué hacer con Pemex. Respecto a esa idea de que [Pemex] produzca energía, puede estar muy bien para una empresa que no tiene los problemas que tiene Pemex. Pero una empresa con los problemas que tiene Pemex, primero tienes que arreglar su gobernanza, hacerla verdaderamente independiente, arreglar su situación financiera, que se enfoque en lo que sabe hacer y revertir el declive de la producción petrolera. Y ya después podrías pensar en meterte en otras cosas”, dice Oscar Ocampo, del Instituto Mexicano para la Competitividad.
El investigador menciona esto último porque ambas candidatas –especialmente el equipo de Xóchitl– han hablado de hacer de la estatal una compañía de energía que compita en el mercado, más allá de quedarse sólo en el mercado petrolero.
Ni el equipo de Jorge Álvarez Máynez ni el propio candidato se han pronunciado sobre un plan concreto para la petrolera.
“Si Lázaro Cárdenas viviera, entendería que México no es rico en petróleo, la época en que México produjo más petróleo fue hace 20 años y ni siquiera en ese momento éramos un país potencia petrolera a nivel mundial. En lo que México sí es rico es en la potencialidad para la energía solar y eólica”, dijo Máynez durante el debate.
Las agencias calificadoras y los analistas han hecho hincapié en que la dinámica de apoyos financieros hacia la petrolera no podrá cesar porque es algo que el mercado ya tiene descontado. Pero ninguna de las candidatas y el candidato se ha pronunciado al respecto.
“Hay cosas interesantes, una buena noticia de las propuestas es la de promover las energías renovables, eso significa políticas radicalmente diferentes a las de la actual administración”, dice Adrián Fernández, el directivo de la Iniciativa Climática México. “También dijeron que van a cumplir los compromisos internacionales y para ello, entre otras muchas cosas, hay que al menos triplicar la inversión en renovables”.
Las y el candidato mencionaron casi al unísono la transición energética y la puesta en marcha de nuevas centrales solares y eólicas y el uso de gas como combustible de transición. La propuesta más rádical –más allá del cierre de refinerías que ya no se mencionó en este debate– vino de Gálvez, que aseguró que cambiaría el funcionamiento de la termoeléctrica de Tula hacia el uso de gas natural.
¿Y la generación eléctrica?
Entre las propuestas en común estuvieron la colocación de paneles solares en casas y hospitales y la mitigación de gases de efecto invernadero, sin detallar los mecanismos.
Sheinbaum dijo, por ejemplo, que su plan iría hacia dos fases la mitigación de gases de efecto invernadero y la adaptación al cambio climático, lo que implica atender la adaptación en términos de agua, del campo, y de la producción industrial. También ha asegurado de nueva cuenta que no se permitirá el fracking y no habrá más concesiones mineras.
“Al final hay una coincidencia fundamental entre las dos [candidatas puntero], que es acelerar la transición energética. Xochitl correctamente enfatizó la parte de la transmisión como prioridad de inversión del Estado y la parte de generar un Estado de derecho y permitir la inversión privada sin ningún límite en la parte eléctrica. Sheinbaum al final, igual como ya lo había anunciado, ha retomado este 54% y 46% (de participación de Estado y privados) que, aunque suena un poco arbitrario la cifra, al final del día no deja de ser importante por dos cosas: en primer lugar porque sí fue muy explícita en la parte de acelerar la transición energética, aunque sin dar mayores detalles y en segundo, porque también están abiertamente, adelantando que están abiertos a la inversión privada”, dice Ocampo.
México decidió hace algunos meses aumentar a 35% su meta de energías limpias hacia 2035. La única forma de lograrlo, según la Iniciativa Climática México, es abrir las subastas eléctricas en los primeros 100 días de la administración, invertir de manera importante en la red de transmisión, dejar de usar plantas de combustóleo y carbón antes del 2030 y no construir más centrales de gas combinado a partir de 2030.