Presupuesto, reactivación, oposición, mañanitas, De la O y la lápida del PIB
Carlos Ramírez}
El punto central de referencia del comportamiento de la economía es la tasa de crecimiento del Producto Interno Bruto como la suma de la producción de bienes y servicios anuales. El optimismo del rebote pospandémico comenzó a desinflarse con el reconocimiento gubernamental de que no se alcanzará este año la meta de 6.3% de crecimiento y el dato se agrava con las últimas cifras que sitúan la inflación casi llegando a 7%.
Ante la gravedad del frenón un económico del 2020 que hundió al PIB en una taza de -8.3%, la reanimación de la actividad productiva actual no ha sido ni reactivación ni recuperación y quedó en un simple rebote productivo animado por la actividad económica de Estados Unidos vía el Tratado de Comercio Libre. Con la desaceleración de este año y su efecto en cuanto menos tres años posteriores, la tasa promedio anual del PIB como indicador de la actividad económica y creación de la riqueza para repartir será en el actual sexenio de 0.5%, un rango que puede asumirse como otro sexenio, después del de De la Madrid, como de crecimiento cero, sin crecimiento no hay riqueza ni bienestar.
El primer secretario de Hacienda de la 4ª-T, Carlos Urzúa, duró menos de un año en el cargo y se fue a mediados del 2019 por la disputa en el diseño y conducción de la política económica. Su sucesor Arturo Herrera tuvo que lidiar con el frenón económico por la pandemia, pero se ajustó a los criterios presidenciales de austeridad y nunca pudo diseñar, proponer y menos conducir un programa de emergencia para la defensa de la planta productiva y del empleo.
A mediados de este año 2021 Herrera fue designado con bastante anticipación gobernador del Banco de México y en su lugar llegó el economista del sector empresarial Rogelio Ramírez de la O con la expectativa centralizar las decisiones económicas en la Secretaría de Hacienda. Sin embargo, no tuvo espacio o careció de posibilidades de tomar el control de la política económica y sus primeras decisiones de diseño presupuestal fueron la continuidad de su antecesor y a lo largo de seis meses todavía no ha alcanzado a definir sus enfoques de política hacendaria.
Mientras no exista una reorganización de la política económica en general para sustituir no solo el indicador del PIB sino su papel en la cuantificación del crecimiento económico y la distribución de la riqueza, esa cifra seguirá resumiendo realidades y expectativas económicas. El debate presupuestal en el Congreso arroja una disociación entre las metas económicas y de bienestar del gobierno federal y las expectativas de resultados. Es decir, la Cámara de Diputados no alcanzó a convertir la Ley de Ingresos y el Presupuesto de Egresos para 2021 en un instrumento dinamizador de la economía para aumentar la generación de riqueza y la distribución de sus beneficios.
Si el PIB de 2021 baja de la expectativa de 6.3% y se coloca en 5% o menos, la plataforma de reactivación económica para el 2022 y el 2023 será menor y sin el dinamismo multiplicador de la economía. La Cámara de Diputados debió de haber diseñado, junto con los ingresos y el gasto, un programa de reorganización productiva para dinamizar la actividad general de la economía y lograr en el 2022 un verdadero punto de reactivación articulado e inducido de la economía.
Lo grave del asunto fue que en el Congreso fallaron no solo la mayoría morenista, sino sobre todo la oposición. El presupuesto alternativo de la alianza PRI-PAN-PRD se redujo a ajustes provocadores de los programas insignia del gobierno federal y no alcanzaron el nivel mínimo de un planteamiento de política económica alternativa y de reconstrucción integral del modelo de desarrollo. La oposición propuso solo recortes a los programas del presidente López Obrador y no un plan de recuperación-reactivación económica y productiva.
En este sentido, la responsabilidad de la crisis del PIB y de la ausencia de una política integral de reactivación económica también se le debe acreditar a una oposición irresponsable en sus funciones alternativas. La alianza opositora utilizó el presupuesto 2021 para ponerle una emboscada a la mayoría morenista y al gobierno de la república. Por lo tanto, la oposición debe ser señalada también como culpable de la crisis económica pandémica y pospandémica y cargar con la responsabilidad de no haber respondido a las demandas sociales de salir de la crisis y retomar el bienestar.
Con información de Indicador Político