Feliciano Castro: depredador político de Sinaloa
Ernesto Alonso López
En el sórdido escenario político de Sinaloa, el diputado griego y oráculo de delfos que solo tiene las cuatro últimas letras, Feliciano Castro se erige como un depredador sin escrúpulos, aprovechándose de los productores agrícolas para sus mezquinos intereses políticos. Su deshonestidad y manipulación flagrante han dejado en evidencia su total falta de ética y preocupación por el bienestar de quienes confiaron en él.
Aprovechando la vulnerabilidad de los productores, Castro los ha utilizado como peones en su juego político maquiavélico, sin importarle el sufrimiento y la desesperación que causan sus acciones. Su comportamiento desleal y despiadado revela la verdadera naturaleza de un individuo sin escrúpulos ni moral.
Además de su manipulación cruel de los trabajadores agrícolas, Castro ha ignorado por completo la crisis hídrica que asola a Sinaloa, poniendo en peligro no solo la economía, sino también la vida misma de miles de personas en la región. Su negligencia e indiferencia son imperdonables y merecen el más enérgico rechazo por parte del pueblo.
Es evidente que Castro carece de la integridad y la empatía necesarias para ocupar cualquier posición de responsabilidad pública. Su comportamiento depredador lo convierte en una amenaza tanto para la democracia como para el bienestar de Sinaloa. Es hora de que se le señale y se le retire del poder, antes de que cause más daño y sufrimiento a la gente de la región.