Trump y Biden, los candidatos con problemas de edad y acusaciones legales

Fernanda Muñoz

Es oficial: Joe Biden y Donald Trump volverán a enfrentarse en las próximas elecciones presidenciales, esta vez ante un panorama poco alentador para ambos.

A diferencia de 2020, cuando el demócrata contaba con una aprobación del 53.1 por ciento, ayer su aceptación llegó al 38.2, de acuerdo con datos del proyecto estadounidense Fivethirtyeight.

La desaprobación de Biden superó su popularidad en septiembre de 2021, el mismo año que asumió la presidencia. Se prevé que su decisión de retirar las tropas estadounidenses de Afganistán, en agosto de hace tres años, fue lo que derrumbó su aceptación al ocasionar el regreso del Talibán.

A ocho meses de celebrarse las elecciones, Biden no solo se enfrenta a la popularidad más baja que cualquier otro presidente demócrata haya registrado en los últimos 70 años, sino a investigaciones en su contra.

Aunque esta semana el presidente superó una indagación sobre la posesión de papeles clasificados cuando era vicepresidente, debido a que el fiscal Robert Hur declaró que el mandatario no debe enfrentar cargos penales, Biden aún debe lidiar con los señalamientos contra su hijo Hunter.

Aunque la Casa Blanca ha puntualizado que no puede brindar información sobre el primogénito del presidente al ser una persona que no trabaja para la administración actual, Biden estuvo envuelto en las investigaciones contra su hijo, a quien se le acusa de haber usado su apellido para concertar acuerdos lucrativos.

Desde las campañas de 2019 y 2020, Donald Trump ha utilizado los negocios irregulares de Hunter Biden para intentar desprestigiar la carrera de su padre, lo cual sigue haciendo de cara a la nueva jornada electoral.

Al igual que Biden, el líder republicano empezará sus eventos políticos con múltiples juicios en su contra, pero a diferencia de su rival tiene entre investigaciones penales y civiles, así como contrademandas.

A pesar de las múltiples investigaciones que hay detrás de Trump, el republicano puede contender a las presidenciales, e incluso ganar. De lograr la victoria en las votaciones del próximo 5 de noviembre, sería el segundo jefe de Estado en la historia de Estados Unidos en regresar al poder después de perder su primera reelección.

Biden, ¿apto para gobernar?

En caso de que las elecciones favorezcan al presidente Biden, el demócrata cumpliría sus 82 años en la Casa Blanca; una edad que parte de la sociedad estadounidense, y la oposición, cuestionan por sus recientes distracciones en eventos públicos.

La crítica de los republicanos a la edad de Biden se originó por la confusión de nombres que el presidente ha mencionado en conferencias, además de las intervenciones quirúrgicas a las que el demócrata ha tenido que enfrentarse.

Para la maestra Raquel Saed, especialista en política y medios de Estados Unidos de la Universidad Iberoamericana, a pesar de las especulaciones que hay en torno a la edad del presidente, recientemente tuvo un desempeño “bastante bueno” en el Discurso del Estado de la Unión 2024.

“Todas esas especulaciones de gente que estaba promoviendo que surgiera otro candidato las echaron para atrás (…) Biden ha recuperado espacios en las encuestas, pero todavía no está en los niveles en los que debería”, remarca la especialista.

Desde la perspectiva de la maestra Saed, a partir de ahora se debe mostrar a un Biden con mucha más energía de cara a las elecciones, y por otro lado exponer que si Donald Trump regresa al mando del Ejecutivo muchas políticas que benefician hoy en día a la sociedad estadounidense, como la seguridad social y el derecho al aborto, saldrían perjudicadas.

La lucha contra el cambio climático es otro rubro que el opositor volvería a dejar en segundo plano como lo hizo en su primer mandato al sacar a Estados Unidos del Acuerdo de París, entre otros foros. Con Biden a la cabeza, la Unión Americana protagonizó distintos encuentros para reposicionarse a nivel mundial en favor del medio ambiente.

En lo que respecta al Partido Demócrata y sus representantes, la también docente enfatiza que se ven bastante unidos aun cuando tal vez no lo estén.

“En los temas que tienen que ver con la economía, con programas sociales, se ven unidos; en otros, como la política exterior con el apoyo a Israel y Gaza, no lo están tanto porque tienen la presión de los donadores para las campañas (ya que algunos son judíos)”, detalla Saed.

Para la maestra, si en lo que queda de tiempo para llevar a cabo las elecciones presidenciales Joe Biden se vuelve a mostrar frágil o no muy atento a lo que esté diciendo, tal vez se vuelva a cuestionar su papel; un escenario del que poco se puede exponer por su incertidumbre.

La oportunidad republicana

Desde que Donald Trump dejó la Casa Blanca, los problemas legales no lo han abandonado al punto en el que tiene cuatro investigaciones criminales abiertas en su contra.

Al republicano se le acusa de usar dinero de campaña para pagos personales, de posesión de documentos clasificados y de interferencia electoral; problemas que han mantenido ocupado al magnate desde que dejó su cargo.

A pesar de que el avance de las investigaciones y la presentación de cargos se puede percibir como una derrota para Trump, su defensa legal presentó alegatos que podrían servir al expresidente para librar las acusaciones que pesan sobre él: inmunidad presidencial; argumento que su defensa presentará ante la Suprema Corte de Justicia.

El próximo 25 de abril, el máximo tribunal escuchará los argumentos del expresidente, a lo que la doctora Arlene Ramírez Uresti, internacionalista y catedrática de la Universidad Iberoamericana, opina que significará un golpe a las instituciones.

A pesar de los múltiples problemas legales que hay contra Donald Trump, su constante presencia en las cortes lo benefician al ser visto con un papel de víctima. Foto: Especial

“El riesgo de este cambio es que será un mensaje de poca certidumbre en las instituciones, y eso puede generar un clima de mucha mayor complejidad, no solo para el desarrollo de las campañas (…) pues cualquier fallo implica un riesgo. Por un lado, confirmaría ante sus ojos (de Trump) que es víctima de la persecución política y, por otro lado, afectaría el clima de las instituciones, su credibilidad y la visión que se tiene acerca de una crisis en la democracia”, anota Ramírez Uresti.

A pesar de las múltiples tramas legales en contra de Trump, estas no han afectado su desempeño electoral. La encuestadora YouGov, patrocinada por The Economist, coloca al republicano dos puntos por encima de Joe Biden en las elecciones presidenciales; el resto de las encuestas siguen un patrón similar.

Para la internacionalista, la trama legal del expresidente, en vez de perjudicar, lo ha posicionado con los votantes.

“Una de las cosas que podrían ayudar a Trump es el hecho de seguir exhibiendo su papel de víctima, incluso de perseguido político (…) Darle al candidato republicano el escenario para estar en las cortes puede ser mucho más positivo que negativo para la campaña. En términos legales, él puede seguir siendo candidato, puede ser votado y ganar las elecciones estando en la cárcel; la ley electoral lo permite”, aclara.

La exposición mediática que Trump ha tenido en los últimos cuatro años no es su única ventaja. La fragmentada composición de la legislatura estadounidense, su vinculación con los gobernadores de su partido y la posibilidad de continuar con los puntos de la agenda que quedaron pendientes, le dan esperanzas para una eventual administración.

Una ola electoral generada por Trump podría ayudar a su partido a ganar el control de ambas Cámaras, y aunque eso podría ayudar a hacer más eficiente una administración republicana, también implicaría perder los contrapesos contemplados en las instituciones de ese país.

“Yo confío que no suceda lo que ha sucedido en México (…) El hecho de que haya una mayoría en ambas Cámaras pierde el esquema de contrapesos que contempla que no se le dé el control absoluto al poder Ejecutivo. Lo ideal sería que se mantuviera un equilibrio y que el electorado se mueva hacia la preservación de las instituciones; darle un poder absoluto a Donald Trump sería peligroso”, indica Ramírez Uresti.

El papel de México

Al igual que Estados Unidos, México se prepara para un cambio presidencial este año, lo que hará que a partir del 20 de enero de 2025 ambos países tengan nuevas figuras a la cabeza del Ejecutivo.

Con los comentarios que uno de los candidatos a la presidencia estadounidense ha hecho sobre México y sus ciudadanos, Daniel Muñoz Torres, jefe de la carrera de Relaciones Internacionales de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Aragón, opina que las cordialidades que en otras ocasiones se han presentado quedarán detrás.

“Para muchos analistas se está generando esa lógica que al ser dos administraciones que están iniciando, ambas tienen buenas oportunidades para cooperar, pero yo creo que hay una diferencia fuerte y es que (Donald) Trump ya tiene experiencia en gobernar y en su momento México no fue su prioridad en materia de política exterior.

Ante la posibilidad de que el Partido Republicano regrese a la Casa Blanca, el gobierno mexicano debe posicionarse para evitar que se afecte la economía nacional. Foto: Especial

“De alguna manera debemos plantearnos en un punto medio en el caso de que llegue Trump a la presidencia. Su administración iniciaría con prejuicios y una serie de estereotipos contra México, y que de alguna manera pueden interferir fuertemente en esa lógica de cooperación”, apunta el internacionalista.

A pesar de ese escenario, la relación comercial actual entre México y Estados Unidos es más fuerte que nunca. En 2023, nuestro país exportó hacia el vecino del norte 476 mil millones de dólares, de acuerdo con datos de la Oficina del Censo de los Estados Unidos, lo que lo convirtió en su principal socio comercial. Sin embargo, la retórica anti mexicana y las políticas económicas nacionalistas del candidato republicano podrían poner en riesgo esta tendencia. Al respecto, Muñoz Torres considera que el gobierno mexicano debe tomar acciones para evitar que el discurso enarbolado por Trump afecte a la economía nacional.

“Tenemos que tratar a toda costa que el discurso de ‘Primero América’ acabe por afectar la llegada de inversiones a nuestro país; finalmente ellos son los principales inversores en México. De alguna manera, el gobierno mexicano tendría que buscar evitar el extremismo que pudiera generar una fuga de capitales de nuestro territorio (…) Muchos economista consideran que la relación comercial va mucho más allá que discursos políticos y declaraciones públicas, pero en términos generales también tienen afectaciones porque se genera una percepción de riesgo e inestabilidad”, comenta Muñoz Torres.

El académico considera que de entre todos las materias que México y Estados Unidos comparten, la agenda de seguridad podría ser la palanca que nuestro país necesita para negociar el resto de los temas ante una eventual victoria de los republicanos.

“La participación y consideración de México es necesaria para los temas de seguridad. El gobierno mexicano puede ofrecer incentivos al gobierno de Trump para cooperar en ese ámbito, no solo en migración como tema de seguridad, sino también en el control de los cárteles de la droga e incluso en combate al terrorismo. Es ahí que la eventual administración de Trump tendría que tejer muchos lazos de cooperación, y en ese espacio el gobierno mexicano tiene que negociar”.

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