Sheinbaum se esconde
Jorge Suárez-Vélez
Claudia Sheinbaum se esconde. No es una ilusión. Claramente, cree que podrá escudarse durante tres meses detrás de hordas leales de acarreados e incondicionales que la cobijarán en su simulacro de gira presidencial. Repetirá frases ensayadas. Nos hará creer que en su paso por la jefatura de la Ciudad de México hizo más de lo que hizo. Evitará pronunciarse sobre temas espinosos y lanzará a su jauría de voceros a que den la cara, desmintiéndolos si se ofrece. Algunos -Tatiana, Zaldívar- ya perdieron cualquier asomo de pudor y se dedicarán a calumniar a la candidata de oposición y a fustigar a los partidos que la apoyan. Otros, como Fernández Noroña, se revolcarán en el pleito callejero.
Sheinbaum canceló su viaje a Estados Unidos ante la imposibilidad de controlar los foros y los medios que inevitablemente enfrentaría. Cuando consideraron hacer eventos ante entidades internacionales en Nueva York y Washington, insistían en que sólo se le hicieran preguntas por escrito, “para que no se duplicaran”. Ante la posibilidad de entrevista con un prestigioso diario estadounidense, su campaña mandó la lista de preguntas a hacerle. Evidentemente, ni unos ni otros accedieron. Prefirieron no hacer el viaje. Cuando Xóchitl Gálvez enfrentó, sin agenda, a los consejos editoriales del New York Times, Wall Street Journal, Washington Post; a estudiantes en Nueva York y Washington, a analistas y expertos en el tema de México, le hicieron preguntas difíciles. Una candidata las respondió, la otra prefirió evitarlas.
Ahora en México hacen lo mismo. En un evento concurrido la semana pasada en el Club de Industriales en la Ciudad de México no se permitieron preguntas, lo mismo harán en otros eventos, sólo que se hagan por escrito, para filtrarlas. ¿Por qué? Porque Claudia no tiene respuestas.
Hay preguntas que, evidentemente, le incomodarían sobre las muertes por el Rébsamen y el desplome de la Línea 12, sobre la corrupción rampante cuando fue delegada y en su gobierno capitalino, sobre su ex marido Carlos Ímaz y tantas otras cosas. Pero hay más que eso.
¿Cómo respondería Sheinbaum, “la ambientalista”, al desastre ambiental en la Ciudad de México? Nada ha hecho sobre la contaminación que provoca la termoeléctrica de Tula, ni ha invertido para extender el Metro.
Enfrentamos una crisis hídrica sin precedentes, pero no modernizó la vieja red ni rehabilitó las tuberías; no hizo campañas para ahorrar el preciado líquido. No se opuso a la masiva inversión en Dos Bocas ni objetó el ecocidio del Tren Maya. ¿Por qué “la científica” no protestó ante la devastación del Conacyt y por la desaparición de becas para el extranjero cuando tanto ella como su familia se beneficiaron de éstas?
Sheinbaum dice que el crimen en la Ciudad de México bajó durante su mandato. Pero sabemos que hay un claro subregistro y reclasificación de delitos. La influencia de la Unión Tepito ha crecido en forma preocupante. Además de narcomenudeo, extorsionan cada vez más. En las colonias Condesa, Roma, Polanco y otras, numerosos negocios cierran hartos del cobro de piso. Se fuerza a muchos restaurantes a permitir la venta de droga. El Cártel Jalisco Nueva Generación está ahora presente en la capital, y hay una docena más de organizaciones criminales en ascenso.
¿Qué les diría Sheinbaum a los grupos animalistas sobre la misteriosa muerte de más de 1,800 animales en los zoológicos de la ciudad desde 2018? Más de 1,500 sólo en el de Chapultepec, un par de cientos en Aragón, y otros en Los Coyotes.
Sabemos que apoya la militarización, que los ministros de la Suprema Corte sean electos por voto popular y las 20 terribles iniciativas de reforma propuestas por su mentor. ¿Pero qué opina de la política de abrazos del Presidente? ¿Y qué sobre el apoyo incondicional a Pemex que nos costó más de 50 mil millones de dólares en este gobierno? ¿Reabriría el sector a la inversión privada? ¿Qué tipo de reforma fiscal plantearía ante el enorme déficit de 5.4 puntos del PIB este año?
Sobran preguntas. No habrá respuestas. Sheinbaum mejor se esconde.
El Vigía