2023: el año que viviremos el peligro

Armando Reyes Vigueras

El año que inicia estará marcado no sólo por la realización de dos elecciones mediante las cuales se renovarán las gubernaturas de Coahuila y el Estado de México, ni por ser la antesala del proceso electoral del 2024, sino por todos los factores que tendrán influencia en este ámbito.

Por principio de cuentas, se debe considerar que la Reforma Electoral tendrá su conclusión a más tardar en febrero, con el inicio del periodo ordinario de sesiones, algo que generará más tensiones entre el partido oficial y la oposición.

En paralelo, la renovación del Consejo General del INE promete una nueva pelea –similar a la que se vivió con motivo de reformas como la eléctrica o la de la Guardia Nacional–, que provocará más polémica y protestas por parte de los actores involucrados.

El hecho de que una de las posiciones sea la del Consejero Presidente del Instituto Nacional Electoral, implica la reorientación del organismo que ha estado marcado por una confrontación constante con el titular del Ejecutivo Federal y su partido, Morena, en distintas ocasiones y con motivo del creciente activismo de muchos aspirantes por una candidatura.

Una vez que se defina el destino de la Reforma Electoral y se elijan a los nuevos consejeros electorales, tendremos las campañas por las gubernaturas en Coahuila y el Estado de México.

Se trata de los dos bastiones que le quedan al priísmo, los cuales tratará de mantener para no convertirse en uno más de los partidos de la chiquillada, por lo que no es difícil advertir que el tricolor se juega su supervivencia y capacidad para ser tomado en cuenta para una eventual alianza opositora en 2024 en estos comicios.

Si bien en el papel el PRI se aprecia con posibilidades de retener ambas gubernaturas, no debe subestimarse la fuerza de Morena con el respaldo presidencial, de ahí que el choque entre una alianza opositora y todo el aparato oficial genere la duda de si se trata de una votación ya resuelta, con todo y las versiones de que ya hay una negociación para repartirse las plazas, Coahuila para el tricolor y el Estado de México para Morena, algo difícil de asimilar porque si hay un bastión que al tricolor le interesa retener –por los recursos, el control del padrón más grande del país y la tradición que involucra no sólo al mítico Grupo Atlacomulco, sino a buena parte de la clase política priísta– es el territorio mexiquense precisamente.

Así, la Reforma Electoral, la renovación parcial del Consejo General del INE y las elecciones en Coahuila y el Estado de México marcarán la primera mitad del 2023.

La segunda mitad del año que hoy inicia estará marcada por el activismo de los aspirantes a la candidatura presidencial, quienes harán todo lo posible para acomodarse a las circunstancias que se den en el segundo semestre del año y empezar el 2024 en mejor posición.

Esto implica que algunos de ellos deberán empezar a definirse, como es el caso de Ricardo Monreal, quien si es marginado o no obtiene la tan anhelada –por él– candidatura en Morena deberá tomar la decisión de si acepta otro tipo de candidatura para no romper con su partido o irse a la oposición para intentar la hazaña de vencer a los suyos.

Finalmente, como ya se ha dado en anteriores procesos electorales y considerando la manera en que se sigue desarrollando el enfrentamiento entre los diversos cárteles del crimen organizado, las campañas electorales se verán afectadas por este factor y no se pueden descartar ni atentados, ni secuestros o asesinatos de candidatos o la presencia de personas armadas en plena jornada electoral.

Y todo en un ambiente de polarización que también marcará el desarrollo de la política en el año que inicia.

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