Sinaloa: la tercera ola ¿qué sigue?

José Luis López Duarte

Brutal fue la tercera ola del COVID-19 en Sinaloa, y tan letal con la nueva variante “delta” que en tan solo 40 días, aquí en Sinaloa, la secretaría de salud reportó 980 muertos y ya casi llegamos a los 8500 fallecidos desde el inicio de la pandemia, como una danza dantesca que no nos da ni paz ni reposo y, lo peor, vivimos con el miedo.

¿Qué nos ha enseñado esta tercera etapa de la pandemia? Que la única defensa contra el virus es la vacunación, que tenemos una sociedad que vive en la ignorancia y el edonismo, y que nuestros gobiernos han resultado lentos y torpes, tanto que rayan en la ineptitud.

¿Por qué afirmo lo anterior? Por la sencilla razón que esta tercera ola nos indica, según datos de Estados Unidos y del propio gobierno mexicano, que más del 90% de los nuevos infectados no se habían vacunado, y que casi el 90% de los fallecidos pertenecían a la tercera edad.

¿Qué indican estos datos? Que buena parte de nuestra población adulta no se vacunó, y eso debió haberlo detectado a tiempo el sector salud.

¿Por qué razón no se habían vacunado? ¡Por la que sea! Pero se sabía y no se tomó ninguna medida de emergencia, y más si se sabía que eran los sectores más pobres.

Y en Estados Unidos no es distinto, tanto que el presidente Joe Biden se declaró un fracaso frente a la pandemia, porque hasta agosto solo habían vacunado al 53% de los estadounidenses, cuando había prometido que para el 4 de julio tendría el 100% de la población con su vacuna. El ejemplo más peculiar es el del estado de Pensilvania, dónde se informa que en el mes de septiembre el 97% de las muertes, el 95% de las hospitalizaciones y el 94% de los contagiados han sido no vacunados.

En Estados Unidos hay múltiples razones que explican de manera distinta el problema que el de aquí en México, porque allá hay vacunas para todos, pero aquí en México la vacuna se ha gradualizado en una escala de mayores a menores, son más las razones de pobreza y marginación que las de los fetiches, creencias religiosas o fanatismos.

Por eso resulta inexplicable que el gobierno mexicano, específicamente la secretaría de salud, no haya operado a fondo una campaña en colonias, rancherías y pueblos para localizar a esas personas no vacunadas, que al parecer aún son demasiadas.

La pandemia va a seguir y aún hay tiempo de atender a toda esa gente y las que se vayan rezagando, pero es urgente hacer algo ya.

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