Fentanilo: ciudad de zombis

Jorge Meléndez Preciado

En las malditas redes sociales puede uno encontrar  una serie de imágenes de personas que deambulan por la calle sin rumbo fijo, se paran en una esquina viendo al suelo por minutos o incluso se sostienen de las maneras más insólitas y extravagantes.

Ciudad de zombis.

No se trata de una nueva película estadounidense para llamar la atención, sino de un problema que es realmente terrible y se ha magnificado porque ocurre en el territorio del Imperialismo estadounidense, y no, en grandes proporciones,  en sus todavía  subordinados países, sobre todo los latinoamericanos.

Se trata del consumo de fentanilo, la nueva y potente droga, la que circula ampliamente en Gringolandia y es motivo de alerta entre las autoridades gubernamentales, tanto que es una de las razones más importantes en la próxima elección presidencial en el país del Norte.

Según uno de los promotores contra esta sustancia letal, Jaime Puertas, colombiano y cuyo hijo murió por una dosis de Oxicodona, cada dos  semanas hay muertes por fentanilo por como si se tratara de un ataque como el sufrido el 9 de septiembre de 2001 en las Torres Gemelas; es decir, cerca de tres mil fallecidos.

En 2021, los que dejaron de existir por ingerir esta sustancia fueron más de 107 mil personas. Otras cifras hablan que 80 mil personas se van de este mundo por andar consumiendo algo que es más potente que la heroína y la cocaína.

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha lanzado un llamado al gobierno mexicano para que el  ataque a dicho producto debe aumentarse (No olvidar que en su informe al Senado de la República, la secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana, Rosa Icela Rodríguez, aseguró que en México se destruyeron 5.2 toneladas de fentanilo en los pasados ocho meses).

El producto, según Jaime Puertas, es fácilmente adquirible por las redes sociales: Youtube, Facebook y Snapcht. Algo que muestra: a los mercaderes de la tecnología no les importa promover y hasta señalar lugares donde pueden adquirir lo que nos lleva a la tumba.

Pero como es normal, la principal culpa se le echa a los traficantes mexicanos, los cárteles de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación, que si bien empiezan a producirlo, lo adquirían antes de los países orientales.

Y uno se pregunta, aparte de las perjudiciales redes sociales sin reglamentar, ¿no hay pandillas y hasta empresas yanquis que participen en esta cruzada que lleva a la estupidización y la fatalidad humana?

Cuando menos hasta ahora no hay castigos severos a las mafias que trabajan a placer en Estados Unidos y hasta las promocionan en canales televisivos que entrevistan a los comerciantes.

En San Diego, California, sitió donde hay equipos y lugares de juego al por mayor, la situación en las casas de campaña y entre los homeless es evidente. Pero no hay que ser muy perspicaz para saber que en fiestas de jóvenes universitarios y clasemedieros también se consume el producto. 

Es necesario, sí, que las autoridades nuestras cumplan su papel, aunque también que las del otro lado del Río Bravo castiguen severamente  los difusores del fentanilo, los que la circulan ampliamente y los que están  en la cúpula del asunto.

Los problemas que trae esta droga nueva son: afectaciones al cerebro y la respiración, el hablar más lento, el desconocimiento del lugar donde está uno parado y el retraso mental. 

Es hora de una cruzada mundial contra el fentanilo, pero también contra la venta de armas que trae graves problemas para la población y posibilitan que ciertos personajes lleguen a una escuela y asesinen con una R-15 a 22 niños y una maestra, como ocurrió en Uvalde, Texas. 

Algo que se repite sin cesar en aquel país.

Pero un juez gringo ha dicho que es un derecho de todos el portar armas.

Justamente los traficantes de fentanilo, los cárteles mexicanos,  utilizan las pistolas y rifles de asalto que se producen en Haford, Connecticut, la capital de la pistola Colt que se fabrica desde 1836, y nuestros no tan buenos vecinos la ven como un orgullo de la civilización, el progreso y la forma de defensa de su democracia cada vez más en entredicho.

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