Feliciano requiere de atención psiquiátrica
Álvaro Aragón Ayala
Los amigos del diputado Feliciano Castro Meléndrez -si es que los tiene porque a la hora del reparto del pastel exige solamente una parte para él y su alter ego femenino, Graciela Domínguez Nava-; los camaradas, pues, del presidente de la Junta de Coordinación Política del Congreso Local, están obligados a rescatar al legislador e internarlo en una clínica especializada para que reciba tratamiento psiquiátrico.
Lo que se creía era una simple fiebre cuatrotera que obnubilaba el buen juicio –si es que algún día lo tuvo-, ese capricho por cambiar el nombre al “Triángulo Dorado” por el “Triángulo de la Bondad”, lleva ahora a la conclusión de que Feliciano Castro, diputado de Morena, quien fue arrancado de las entrañas demenciales del PRD, está completamente loco. Ya rebasó los límites del delirio.
Vale recordar que durante el siglo XVII el concepto de locura se basaba sobre todo en el de delirio, de tal modo que “estar loco” era igual a “tener delirios” y viceversa. En la actualidad, los estudiosos de la siquiatría describen el prototipo de “loco” a aquel sujeto que construye imaginarios y que sobre esas fantasías ajusta su conducta personal y pública.
LOS NARCOLABORATORIOS EN LA SIERRA
Feliciano Castro, quien se llama a sí mismo “transformador” y diseñador “filosófico” de una nueva cultura política -en el PRD dejó una estela de gandallismo y de mentiras políticas- y otros diputados que ordeñan la 4T, festejaron, en Chihuahua, el “éxito” del cuarto encuentro para el lanzamiento del “Manifiesto de la Bondad”.
Pero resulta que mientras se ensalzaban y se tomaban fotos para demostrar a los sinaloenses lo “chingón” que son, en pleno vértice del “Triángulo Dorado”, allá, en la sierra, elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional y de la Policía Estatal Preventiva detectaban y desmantelaban 3 narcolaboratorios para el procesamiento de fentanilo, droga sintética cuyo consumo ocasiona miles de muertos en todo el mundo.
LA NARCOMÚSICA Y LA GUITARRA AK-47
En tanto Feliciano y los diputados vestían ropajes chihuahuenses bondadosos, Alfonso Ramírez Reyes, titular de Cultura del ayuntamiento de Culiacán, posaba con una “escopetarra”, especie de “cuerno guitarra” o de un “fusil AK-4 musical” anunciado un Concierto por la Paz.
Qué esta creación, símbolo de la violencia convertida en narcomúsica, pretende transformar objetos de muerte en instrumentos que permitan fomentar un mensaje de paz, argumentó el alcalde “tapabaches” Juan de Dios Gámez Mendívil para justificar el entuerto.
“El asunto con la guitarra/metralleta, es que, desde hace años atrás, el plomo se ha hecho ‘música’; llegó tarde esa referencia o a esa concepción. Quizá de dónde venga el artista funcione porque no hay narco corridos. El arte es un asunto de contextos, pero eso no lo sabe Cultura Culiacán”, expresó la Actriz, dramaturga, directora y docente, Teresa Díaz Guante.
El 491 ANIVERSARIO DE CULIACÁN
La conmemoración del 491 aniversario de Culiacán no logro cambiar la idiosincrasia de los culichis ni la fisionomía urbana de la capital del estado, llena de baches y de gigantescos hoyancos. La difusión en el festejo de narcocorridos estigmatizó a la desabrida administración municipal.
Aunque la narcomúsica se escuchó hasta el edificio del Congreso Local, el diputado Feliciano Castro calló nada más y nada menos porque el responsable de la alcaldía, Juan de Dios Gámez, es su “cuate”. En el concierto Ochito Fest se presentó Peso Pluma que cantó el tema “Siempre pendientes”, el cual contiene referencias a Joaquín El Chapo Guzmán Loera.
“JGL traigo en las cachas orgullosamente […] Diez camionetas se miran atrás, cuido la plaza del señor Guzmán” se escucha en dicho tema musical.
El TRIÁNGULO DE LA BONDAD
Etimológicamente la palabra delirio deriva del término latino delirare, que significa salirse del surco labrado. Aplicado al pensamiento sería algo así como “pensar saliéndose del surco normal”. En sentido lego, delirar significa “desvariar, tener perturbada la razón”. En el lenguaje habitual delirar es prácticamente sinónimo de locura, sinrazón, desvarío o pérdida de realidad.
El proyecto del “Triángulo de la Bondad”, que ya hizo suyo, personal, y en el que lo acompañan otros diputados que, parece ser, tampoco tienen idea de la realidad en la que viven, hizo perder la razón del diputado Feliciano Meléndrez. Si la idea es quedar bien con presidente Andrés Manuel López Obrador, está bien, pero ya se extralimitó.
Sí, ya se salió del surco usando recursos del Congreso Local, en el bailongo ese de cambiar el nombre al “Triángulo Dorado” para bautizarlo como “Triángulo de la Bondad”. Ese pensamiento/intención-proyecto, se le convirtió en una obsesión. Lo tortura. Ofrece la lectura de que “tiró pa’l monte” en la creencia, quizá, de que se desenvuelve en un escenario en el que todos están rematadamente igual de locos que él.
EL DIAGNÓSTICO DE LA LOCURA
Karl Jaspers en su tratado de Psicopatología General define como delirios los juicios falsos, que se caracterizan porque el individuo los mantiene con gran convicción, de manera que no son influenciables ni por la experiencia ni por conclusiones irrefutables. Además, su contenido es imposible.
Para identificar a una persona con delirio recomienda ajustar a los siguientes puntos:
Se mantienen con absoluta convicción; se experimentan como una verdad evidente por sí misma, con una gran trascendencia personal; no se dejan modificar por la razón ni por la experiencia; su contenido es a menudo fantástico o cuanto menos intrínsecamente improbable; la creencia es fuente de malestar subjetivo o interfiere con el funcionamiento social de la persona y con sus ocupaciones.
Feliciano Castro Meléndrez delira y raya en la locura con el concepto imaginario del “Triángulo de la Bondad”. Queda para el análisis psiquiátrico la tonadilla que le da a su discurso de ¿Cómo trascender el estigma? y el uso del sonsonete enfermizo: “se trata de recuperar lo que la gente es y ha generado por sí misma: la cultura de la bondad, del humanismo solidario, que a todas y todos nos convoca en la diversidad política de este país y de esa región”.
Y con el cuento de que el dinero que gasta no es suyo, que no sorprenda que al rato vaya a querer cambiarle el nombre a Sinaloa por el “estado de la Bondad” o del “Humanismo”, convocando a los cárteles de la droga y a los secuestradores, asaltantes, robacarros, etc., a que depongan sus armas, a que no haya asesinatos, ni torturados, ni “levantados”, ni dinero mal habido, lo que desataría la protesta de los privilegiados de la narcoeconomía y de la perpetración de otros delitos. Es cuanto.