Lula vuelve con todo por la Presidencia
Rafael Croda
Luego de enfrentar en los últimos años la cárcel y un largo juicio por corrupción en el que finalmente fue absuelto por el máximo tribunal de Brasil, el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva –un carismático político centroizquierdista de 76 años– tiene hoy el camino allanado para volver a gobernar en su país.
Un eventual triunfo electoral del exobrero metalúrgico y exlíder sindical sería la culminación de un proceso de rehabilitación política que comenzó en noviembre de 2019, cuando abandonó una prisión federal en Curitiba, en la que permaneció recluido 580 días como resultado de una condena de nueve años que le impuso el polémico juez Sergio Moro por dos procesos de presunta corrupción que el Supremo Tribunal Federal de Brasil anuló en 2021, al considerar que la actuación del magistrado fue “parcial”.
Según todas las encuestas Lula es amplio favorito para arrebatarle la Presidencia de Brasil al actual mandatario, el ultraderechista Jair Bolsonaro, quien busca la reelección. La única duda de los expertos en proyecciones estadísticas es si podrá lograrlo en la primera ronda electoral de este domingo 2 de octubre, para lo cual debería obtener más de 50% de los votos válidos, o en la segunda vuelta, que se realizaría el próximo domingo 30.
Las principales encuestadoras del país, como Datafolha e Ipec, ubican a Lula en el umbral de los votos válidos para ser electo presidente en la primera vuelta, y todas anticipan que en caso de que fuera necesaria una segunda ronda, superaría a Bolsonaro con entre 10 y 20 puntos porcentuales.
El politólogo y especialista en análisis de datos, Alberto Carlos Almeida, quien prevé el triunfo de Lula en cualquiera de las dos rondas electorales, dice a Proceso que un factor determinante en estas elecciones es el alto rechazo de los ciudadanos a Bolsonaro por su errático manejo de la pandemia de covid-19, el aumento de la pobreza y el regreso del hambre al país luego de que había sido erradicada.
También, por el autoritarismo que ha mostrado el presidente frente a los otros poderes del Estado y por privilegiar sus cruzadas personales –a favor de que los ciudadanos se armen y en contra del aborto, aun en casos de violaciones a menores de edad– sobre la gestión de gobierno.
En 2020 Bolsonaro minimizó la pandemia, dijo que el covid-19 era “una gripita” y hoy Brasil es el segundo país del mundo con más muertes producidas por ese virus, con 686 mil defunciones, sólo detrás de Estados Unidos.
Y según mediciones de la Fundación Getúlio Vargas y la Red Penssan, la pobreza aumentó 42% en 2021 y 33 millones de brasileños, 15% de la población, viven en condiciones de extrema pobreza y pasan hambre.
“La crisis social y el estancamiento económico están ahí y pesan mucho en esta elección. Han generado un deseo de cambio, por eso Lula va a ser electo presidente de Brasil”, dice Almeida, doctor en ciencias políticas del Instituto Universitario de Investigaciones de Río de Janeiro.
Para la profesora de la Universidad Estatal de Ceará, Lia Pinheiro Barbosa, la elección de Lula, quien llegaría por tercera vez a la Presidencia de Brasil, también expresaría la voluntad mayoritaria de iniciar “un proceso de recomposición institucional del Estado brasileño” luego de que el gobierno de Bolsonaro “mantuvo un ataque permanente al sistema democrático, con un discurso fascista”.
Con información de Proceso