EU y el liderazgo del mundo, sometiendo a México y a AL
Carlos Ramírez
Si se debe entender bien la lógica de la geopolítica estadounidense, la mini cumbre México-Estados Unidos de ayer debe contextualizarse en el escenario de reconstrucción imperial de Washington que se mostró en todo su esplendor en la reunión de la OTAN en Madrid y del G-7 en Bruselas.
El hilo conductor del reposicionamiento estratégico de EU está claramente establecido en la Estrategia de Seguridad Nacional del presidente Biden de mayo de 2021 y sobre todo en su discurso en la Conferencia de Seguridad de Múnich en febrero del año pasado donde dijo con mucha claridad que Estados Unidos estaba regresando –con él, obviamente– al liderazgo del mundo.
En este contexto, la agenda de Biden en la reunión con el presidente López Obrador fue unilateral y unidireccional y se asentó en el criterio de hegemonía de los intereses estadounidenses por encima de los de otros países, entre ellos México.
El principio rector del enfoque de seguridad nacional del presidente Biden se resume en la reconstrucción del poderío económico y militar estadounidense y la subordinación de los demás países a sus necesidades, de tal manera, como se establece la Estrategia de Seguridad Nacional, la prioridad sea el american way of life o modo de vida americano basado en la exacción de recursos de otras naciones.
El modelo estratégico de Biden regresó al concepto geopolítico bipolar de la guerra fría y al escenario de los dos demonios: el demonio ruso está reconstruyendo el demonio imperial estadounidense, y de ahí la prioridad de la Casa Blanca de darle centralidad a su política exterior en el eje militar que representa la OTAN y ahora con la ruptura de la neutralidad de Suecia y Finlandia para construir una nueva línea roja que haga las veces de nuevo muro de Berlín, colocando a Rusia y China y sus pocos aliados del otro lado del escenario de guerra geopolítica.
Este ambiente plantea las necesidades de la Casa Blanca respecto a México y a los países de América Latina y el Caribe, con el intento de subordinar a los países de la región al sur del río Bravo a la lógica militarista de la OTAN como el Pentágono europeo con un ejército beligerante multinacional, convirtiendo a esa organización en una especie de Portaviones Terrestre OTAN-USS.
Para beneficio de México y desgracia de Washington, el presidente Biden no pasa de ser un burócrata circunstancial que la posibilidad de reelección del presidente Trump en 2020 movilizó todas las alianzas políticas estadounidense para impedirlo. Pero Biden aparece como una figura de un establishment de inteligencia y seguridad nacional de tercer nivel, con un secretario de Estado invisible y apático, un secretario de Defensa que solamente entiende de balazos de un secretario de Seguridad Interior que carece de liderazgo en la comunidad de las fuerzas fronterizas.
La reunión de ayer en Washington mostró la fragilidad de la estrategia del presidente Biden por el estilo unidireccional y reiterativo del presidente López Obrador de tratar de imponer su propia agenda de intereses mexicanos en la relación bilateral, aunque entendiendo que a su favor ha tenido México la descomposición del mapa geoideológico de América Latina y el Caribe, el ascenso del populismo antiestadounidense y la falta de una estrategia de la Casa Blanca hacia los gobiernos de la región, como se vio con la sencilla negativa del presidente de México de asistir a la IX cumbre de las Américas y con ello reventar el esquema de replanteamiento de las relaciones de la dependencia y la subordinación al gigante estadounidense.
El colapso cotidiano en la frontera México-EU que involucra problemas territoriales, de seguridad, de pérdida del control por el dominio territorial de los cárteles y las bandas delictivas impedirá el funcionamiento de cualquier acuerdo migratorio, en tanto que Estados Unidos no tome de inmediato tres decisiones estratégicas: iniciar el combate frontal contra el consumo de drogas en Estados Unidos, quitarle el control del mercado al menudeo en venta de drogas en territorio americano que dominan nueve cárteles mexicanos y sus estructuras delictivas y regular el flujo de migrantes que está invadiendo en forma masiva a EU y que está controlado por los grupos delictivos dedicados al tráfico de personas.
En sentido pragmático, la reunión de ayer lunes pintaba para un fracaso porque la Casa Blanca sigue ignorando la realidad fronteriza y la nueva recomposición geopolítica en América Latina aún situaciones coyunturales.