Regreso de Quirino a clases ¿complot contra Rubén Rocha?
Richard Lizárraga Peiro
Desde las catacumbas perversas de la “grilla” maledicente, alzó la voz, otra vez, el destructor de honras para intentar “alinear” o descalificar las voces opositoras al regreso a clases tal y como lo dictan las órdenes del gobernador Quirino Ordaz Coppel, impulsor en Sinaloa de tan aberrante y fúnebre “iniciativa escolar”. El amanuense y lacayo manda el mensaje a la sociedad de que en Sinaloa constituye un grave delito político o de lesa humanidad pronunciarse en contra del retorno a las cátedras o lecciones presenciales.
Por esa misma vía, el titular de la SEPyC, Juan Alfonso Mejía, ya ve en algunas voces la intención de “dinamitar” el proyecto del regreso a las clases.
Las preguntas son ¿Cuántos estudiantes y maestros enfermos de Covid pretende heredar el gobierno de Quirino Ordaz Coppel al futuro gobierno de Rubén Rocha Moya? Después del posible regreso a clases, programado para el 30 de agosto, a Quirino le quedarán 60 días de gobierno; se va el 1 de noviembre ¿Es parte de su plan vengativo por su derrota electoral del 6 de junio heredar un sistema escolar colapsado por la pandemia?
El gobierno federal transfirió la responsabilidad a los gobiernos de los estados y a los sindicatos de maestros el crear las condiciones, sobre todo de prevención de contagios, para que echen a andar “llueve, truene o relampaguee” la reiniciación de clases presenciales. Quirino no es Andrés Manuel López Obrador ni Obrador es Quirino. Cada gobernador debe asumir las responsabilidades que generaría el retorno escolar, no transferirlo a otras instancias del gobierno federal.
Cada gobernador carga ya sobre su haber y trayectoria determinado número de muertos que van al alza. Cada estado enfrenta la pandemia con sus propias estrategias de salud. En Sinaloa el mandatario estatal, desde el inicio de la contingencia sanitaria, adoptó una actitud importamadrista y no implementó ningún plan para frenar la cadena de contagios. La entidad lleva récord en número de infectados y muertos a nivel nacional.
Sobre el gobernador Quirino caen y recaen las voces de protestas, ruidosas o silenciosa, por la red digital o los medios de comunicación “formales”, que dan cuenta de lo riesgoso y “criminal” que es que con el “semáforo en rojo” en Sinaloa, donde existe un ruidoso y amplio relajamiento social, forzar a los niños y presionar a sus padres para que en un ambiente de “no obligatoriedad” se dé el regreso a los planteles educativos, cuya infraestructura es ruinosa.
Pero la oposición que más incomoda al gobierno estatal y a la Secretaría de Educación Pública y Cultura es la de Héctor Melesio Cuén Ojeda, dirigente del Partido Sinaloense y voz autorizada para hablar sobre la pandemia y la “nueva normalidad educativa” por ser químico-biólogo con estudios en epidemiología y ex rector de la Universidad Autónoma de Sinaloa. La consigna estatal no es únicamente “grillarlo”, sino pretender que “amarre navajas” con el presidente Andrés Manuel López Obrador y silenciarlo. Callarlo.
Y quien mejor para obedecer y poner “a caballo” la consigna estatal que el ex asesor electoral y amanuense Ernesto Hernández Norzagaray, quien en el pasado proceso electoral se convirtió en una pieza sustancial en el equipo de comunicación de Quirino Ordaz Coppel y Mario Zamora Gastélum, derrotado candidato del PRI-PAN-PRD. Así es que, desde las catacumbas de la perversidad, surgió la voz vengativa de Norzagaray, también por el fracaso electoral, distorsionando la realidad, como él lo solo lo sabe hacer, para describir como una falla o delito político la defensa de la salud y la vida de los sinaloenses. O como un pleito con el presidente Obrador.
Cada estado vive su propia realidad y en cada estado los gobernadores deben asumir sus responsabilidades de cara a la pandemia. Bajo esa seguridad, Héctor Melesio Cuén Ojeda considera “criminal” el regreso a clases en Sinaloa, quedándose cortó en su apreciación-postura: no solo es criminal, es abusivo, irresponsable y canallesco. En ese contexto, la diaria defensa de Cuén Ojeda en pro de la salud y la vida de los estudiantes y el pueblo de Sinaloa, se volvió ya un “problema” o un “dolor de cabeza” para el priista Quirino Ordaz y para la Secretaría de Educación Pública y Cultura.
La orden del Tercer Piso es “¡ya cállenlo!”, digan que se está enfrentando a una orden del presidente López Obrador. Difámenlo. Calúmnielo, para que ya no hable sobre la pandemia ni el regreso a clases. Ernesto Hernández Norzagaray cumple a pie juntillas con la consigna. En el PRI-PAN-PRD aplauden hasta sangrar sus manos la defensa del regreso a clases realizada por Norzagaray a favor de Quirino Ordaz. Son lobos de la misma estepa. Qué poca madre.
Entre las pendejadas que escribe Norzagaray está el hecho de considerar “asunto de fe política” y quizá como un “mensaje” a Rocha Moya el tema de la salud de los niños (oponerse al regreso a clases), sin reparar que el retorno a las aulas se tiene previsto en Sinaloa el 30 de agosto, dos meses antes de que Quirino Ordaz Coppel entregue la gubernatura. Queda claro: dado de que no hay un sistema de salud o de control sanitario para frenar la cadena u “ola” de contagios, en 60 días que le quedan al gobierno priista miles de niños correrían el riesgo de infectarse y morir víctimas de la mortal enfermedad.
Si se toma como referencia los casos de escuelas de los Estados Unidos y otros países donde la cresta de contagios no baja y en los que el regreso a clases provocó una expansión de infecciones entre la población estudiantil y académica, lo más seguro es que Rocha Moya recibirá un estado colapsado, con un alto número de niños y maestros muertos y otros infectados por culpa de Quirino Ordaz Coppel si es que se concretiza el retorno a las aulas.
Sí, esa es la realidad, pero la orden es aplaudirle a Quirino hasta sangrar las manos y asegurar que los opositores a su política fúnebre son contras del gobierno de Andrés Manuel López Obrador. O sea, bajo esa “trampa” o premisa quirinista ¿se podría asegurar que los muertos de Quirino Ordaz en esta pandemia son del presidente Obrador? Y la autonomía estatal. Y la “sagrada” responsabilidad de Quirino de velar por la salud y la vida del pueblo de Sinaloa ¿Hay que tirarla por las cañerías?
Quirino Ordaz se va en noviembre ¿Qué le importa a él que mueran o se infecten los estudiantes y maestros si nunca le ha interesado de salud y la vida de los habitantes de Sinaloa? ¿Qué le importa a Quirino un muerto más o un muerto menos por la pandemia si lo único que le preocupa es proteger “la actividad económica” de sus hoteles?
El titular de la SEPyC, Juan Alfonso Mejía ha dicho que “el regreso a clases en su modalidad presencial nos pondrá a prueba a todos como comunidad. La multiplicidad de las opiniones nos fortalece, sin importar las coincidencias u oposiciones; lo mismo si el “comentario” busca abonar en la construcción del proceso o “dinamitarlo”. Por su trascendencia todos tendremos una opinión, aunque quizás no con la misma información o fundamentaciones”.
Falso. Las voces opositoras al no regreso a clases por estar en “semáforo rojo” no son bienvenidas ni por Quirino Ordaz ni por la SEPyC. Se busca criminalizarlas ¿De dónde salió el concepto de Alfonso Mejía ese de las opiniones que quieren “dinamitar el proceso” del regreso a clases? En el caso Sinaloa, en particular, se ejerce una especie de conspiración para el retorno escolar para heredar a Rubén Rocha Moya un sistema educativo con cientos o miles de enfermos y muertos por contagios, para procesar el primer gran complot de Quirino Ordaz-PRI-PAN-PRD para intentar desacreditarlo y calificarlo de incompetente para hacerle frente al problema.
¿O no?…