La desaparición forzada en México y la Virgen de Guadalupe: religiosidad, resistencia y búsqueda de consuelo
Carlos Salas
La desaparición forzada se convirtió en una de las problemáticas sociales más profundas de México en las últimas décadas.
Si bien miles de familias padecen la incertidumbre de no conocer el destino de sus seres queridos, la sociedad desarrolló estrategias diversas para enfrentar el dolor, entre las que destacan las prácticas religiosas y la centralidad de la Virgen de Guadalupe como símbolos de esperanza y resistencia.
En este contexto, el antropólogo social Claudio Lomnitz, explica cómo la religiosidad popular entrelaza la búsqueda espiritual, la demanda de justicia y la construcción de memoria colectiva, especialmente en territorios como Zacatecas, Sinaloa, Chiapas, Guanajuato y Jalisco, donde la violencia y la impunidad marcó a varias generaciones.
El peso social de la desaparición forzada
El fenómeno de la desaparición forzada en México tiene consecuencias muy lejos de limitarse a la cifra escalofriante de personas ausentes. De acuerdo con Lomnitz, en algunos estados de la República se llegó a considerar “la zona de silencio” por el tema de inseguridad y desaparición.
La sociedad mexicana impulsó diferentes
La sociedad mexicana impulsó diferentes formas de acción colectiva y estrategias de consuelo para resistir la indiferencia, la impunidad y el aislamiento. FOTO: GRACIELA LÓPEZ /CUARTOSCURO.COM
“Todos sabemos que las desapariciones ocurren en un contexto de guerra y que los inicios del fenómeno coinciden en buen grado con el arranque de la guerra contra las drogas del 2006. Las desapariciones a nivel nacional, como muestra el Registro Nacional de Personas Desaparecidas, empiezan a despegar, alrededor del 2008.
“Entonces, hay una coincidencia en el tiempo. La guerra contra el narcotráfico, es claramente el contexto central de la desaparición y no habría mucho más que decir al respecto, por lo menos aparentemente”, detalló el arqueólogo en conferencia de prensa en 2024
Tras las declaraciones, el investigador apuntó que las familias afectadas no solo sufren la ausencia física, sino también la imposibilidad de concluir el ciclo del duelo, la estigmatización social y la inseguridad permanente. Esta forma de violencia deja secuelas persistentes en la vida comunitaria:
- Debilita los lazos de confianza
- Fragmenta la convivencia cotidiana
- Transforma el espacio público en un territorio lleno de sospechas
Las familias afectadas no solo sufren la ausencia física, sino también la imposibilidad de concluir el ciclo del duelo, la estigmatización social y la inseguridad permanente. (FOTO: Noroeste)
En muchos lugares emblemáticos del centro y norte del país, la desaparición forzada propició un aislamiento comunitario, a merced de versiones sociales que justifican el silencio institucional o minimizan la magnitud del problema, donde la vida cotidiana se ve marcada por la inseguridad, el duelo en suspenso y la constante lucha contra el olvido.
Espacios de resistencia y búsqueda de sentido ante la ausencia
Frente al vacío dejado por la falta de respuestas estatales, la sociedad mexicana impulsó diferentes formas de acción colectiva y estrategias de consuelo para resistir la indiferencia, la impunidad y el aislamiento.
La consolidación de colectivos de familias de desaparecidos es uno de los cambios sociales más significativos de la última década. (FOTO: Noroeste)
La consolidación de colectivos de familias de desaparecidos es uno de los cambios sociales más significativos de la última década.
Estos grupos no solo exigen justicia a las autoridades, sino que también crean redes de apoyo emocional, asesoría jurídica y acompañamiento psicológico, además, sus integrantes realizan búsquedas en campo, visibilizan los casos mediante protestas públicas y promueven la memoria de los ausentes.
“La falta de una política de prevención congruente, bien pensada y bien financiada, basada en la investigación científica, es sin duda uno de los grandes escándalos de nuestro tiempo. Y deja de manifiesto el fracaso del Estado mexicano como paladín o defensor de las poblaciones más vulnerables”, prosiguió Lomnitz.
Estas estrategias, aunque a veces silenciosas, apuntalan el tejido social y promueven la dignidad frente a la pérdida. (FOTO: Noroeste)
Fuera del ámbito de la organización formal, en las familias se desarrollan prácticas íntimas para honrar a los desaparecidos y procesar la incertidumbre: desde la conservación del espacio personal del ausente y la escritura de cartas, hasta la celebración de fechas significativas para el ser querido.
El acompañamiento de vecinos, amigos y conocidos contribuye a sostener el ánimo de las familias y a garantizar la continuidad de la lucha cotidiana. Estas estrategias, aunque a veces silenciosas, apuntalan el tejido social y promueven la dignidad frente a la pérdida.
Por otro lado, las redes digitales y sociales han jugado un papel central en la búsqueda de apoyo y visibilidad. Plataformas en línea permiten compartir información, coordinar campañas, amplificar la voz de las víctimas y sobrellevar la soledad de la espera, generando así nuevas formas de comunidad atravesadas por el dolor pero también por la esperanza.
Religiosidad popular y la Virgen de Guadalupe: eje de consuelo y reclamo de justicia
La religiosidad popular acompañó históricamente los momentos de crisis y desamparo en México. Ante la imposibilidad de encontrar respuestas inmediatas a la desaparición forzada y el fracaso de los mecanismos estatales de justicia, miles de personas depositaron su confianza en la intercesión milagrosa de figuras sagradas.
La religiosidad popular acompañó históricamente los momentos de crisis y desamparo en México. (AP Foto/Fernando Llano)
Entre ellas, la Virgen de Guadalupe sobresale como la imagen de mayor carga simbólica y emocional. En el imaginario mexicano, la Virgen de Guadalupe representa la madre protectora, la aliada de los pobres y la consoladora de los afligidos.
Su presencia se multiplica en mantas, estampas, altares familiares y espacios públicos convertidos en santuarios improvisados para pedir por el regreso de los desaparecidos. Esta veneración se traduce tanto en actos íntimos de plegaria solitaria como en manifestaciones colectivas y públicas, donde la fe se entrelaza con la exigencia social.
“Generalmente la desaparición es una manera de dejar a la familia o comunidad de la que se arranca una persona en la incertidumbre, cosa que facilita la inacción de las autoridades, que tienen un pretexto para no investigar la violencia bajo la filosofía totalmente indefendible de que, entre comillas, sin cuerpo no hay delito.
Familiares de Carlos Emilio, joven desaparecido en Sinaloa, cargando una imagen de la Virgen de Guadalupe pidiendo justicia. (FOTO: RRSS)
“Aísla socialmente a la familia del desaparecido, que no podrá pasar un proceso de duelo normal, que frecuentemente también se siente insegura de si debe o no declarar, eh, la, la desaparición por temor a que, si declara, matarán seguro a la persona que ha sido desaparecida”, detalló el investigador.
El acto de encomendar a los desaparecidos a la Virgen del Tepeyac no es solo una búsqueda de milagros: significa también un reclamo de visibilización, dignidad y reconocimiento de la humanidad de las víctimas, negada muchas veces en los discursos oficiales o estigmatizada por la lógica de la criminalización.
En comunidades donde la violencia criminal redefine la vida pública y donde el Estado es percibido como ausente, la Virgen de Guadalupe funge como testigo del dolor colectivo y mediadora simbólica ante la indiferencia y el abandono.
Prácticas y rituales de fe en la lucha contra el olvido
El contexto de crisis por las desapariciones ha modificado y revitalizado prácticas religiosas tradicionales, dotándolas de nuevos sentidos. En múltiples regiones de México, la figura de la Virgen de Guadalupe se ubica en el centro de rituales adaptados e inventados para sostener la esperanza y reclamar justicia.
En múltiples regiones de México, la figura de la Virgen de Guadalupe se ubica en el centro de rituales adaptados e inventados para sostener la esperanza y reclamar justicia. (GRACIELA LÓPEZ/CUARTOSCURO.COM)
Entre las expresiones de fe más visibles destaca la elaboración de altares comunitarios o familiares, donde La Virgen comparte espacio litúrgico con fotografías, veladoras y objetos personales de los desaparecidos.
Otro ritual clave es la organización de peregrinaciones (locales, regionales o nacionales) hacia santuarios marianos y templos dedicados a la Virgen.
En estos recorridos, las familias llevan mantas, carteles y fotografías de sus seres ausentes, convirtiendo el caminar colectivo en acto de denuncia pública y súplica espiritual. Durante las fechas guadalupanas, en especial el 12 de diciembre, se celebran misas especiales, encendidos de velas, lectura de listas de nombres y acciones simbólicas que fusionan tradición, protesta y duelo compartido.
En múltiples regiones de México, la figura de la Virgen de Guadalupe se ubica en el centro de rituales adaptados e inventados para sostener la esperanza y reclamar justicia.(FOTO: VICTORIA RAZO/CUARTOSCURO)
En el entorno digital, la religión también se adapta: aparecen jornadas de oración en línea, altares virtuales, cadenas de plegarias y campañas para pedir a la Virgen de Guadalupe la protección de los desaparecidos. Estas prácticas amplifican el sentimiento de comunidad más allá las fronteras físicas, uniendo a familias y colectivos dispersos geográficamente en torno a un mismo anhelo de justicia y reencuentro.
La resignificación contemporánea de estos rituales demuestra la capacidad de la sociedad para transformar creencias religiosas en estrategias culturales de resistencia, memoria y solidaridad.
La vez que la Iglesia pidió tregua al crimen organizado para celebrar a La Virgen de Guadalupe
De acuerdo con la editorial del semanario Desde la Fe, el pasado 12 de diciembre de 2024, La Iglesia de la Arquidiócesis Primada de México hizo una llamado para que los grupos delictivos y el crimen organizado tengan una tregua a nivel nacional parafijar una tregua nacional de paz, por las celebraciones de la Virgen de Guadalupe.
La religiosidad popular, emerge como uno de los principales soportes culturales, emocionales y organizativos en la lucha contra la desaparición forzada en México. (AP Foto/Aurea Del Rosario, Archivo)
“12 de diciembre: No más muertos, ni desaparecidos”, reconoció la iglesia al señalar que el país atraviesa una situación difícil y delicada en materia de seguridad públicapor la tristeza y el dolor que ha dejado el paso de la violencia que ha cobrado miles de muertes.
“Ante esta realidad, desde la Iglesia de la Arquidiócesis Primada de México surgió un llamado dirigido especialmente a las organizaciones delictivas y grupos criminales para que el 12 de diciembre, día en que celebramos a nuestra Madre, la Virgen de Guadalupe, se establezca una tregua nacional de paz”, se lee en la publicación de la Iglesia.
Contexto: desaparición, religiosidad y tejido social
El fenómeno de la desaparición forzada en México implica la interacción de dinámicas delictivas, fragmentación institucional, complicidades de distintas autoridades y una fuerte crisis de confianza en el Estado.
El fenómeno de la desaparición forzada en México implica la interacción de dinámicas delictivas, fragmentación institucional, complicidades de distintas autoridades y una fuerte crisis de confianza en el Estado. – (Imagen Ilustrativa Infobae)
En regiones especialmente golpeadas, la violencia criminal no solo redefine el mapa de la vida cotidiana, sino que dinamita lentamente la estructura misma del tejido comunitario.
La ausencia prolongada, la impunidad y la falta de canales institucionales eficaces aumentan la necesidad de recursos simbólicos donde anclar la esperanza, la exigencia de justicia y la identidad colectiva.
En este entorno, la religiosidad popular, particularmente, la devoción por la Virgen de Guadalupe, emerge como uno de los principales soportes culturales, emocionales y organizativos en la lucha contra la desaparición forzada en México.
