Enrique Krauze está triste

Historia de Sabina Berman

Y es natural. A su decir, ha muerto la República. Lo ha escrito en el periódico Reforma y se lo ha declarado, triste, a Loret de Mola en su programa Latinus.

Y sí, le asiste la razón, solo que al célebre historiador se le olvida un adjetivo. Es la República neoliberal la que ha muerto.

Y la hemos matado gran parte de los electores mexicanos.

¿Por qué?

La historia es esta.

Ahí por los años 70 del siglo pasado, el joven Salinas de Gortari volvió de la Universidad de Harvard con un modelo para un nuevo México entre las sienes.

El México neoliberal.

El modelo, extraordinariamente popular por esos días en la academia, planteaba alentar la participación de las mujeres y otros grupos oprimidos en la democracia y vender las empresas del Estado a los más ricos del país: ellos las manejarían con mayor eficacia, y al enriquecerse más, dejarían gotear riqueza al resto de la población.

Para el año 1988, Salinas ya presidente, dedicó su sexenio en efecto a desmantelar el anterior modelo de país y a estructurar el nuevo México neoliberal en instituciones, leyes y prácticas.

Eso con una pequeña adecuación local. Salinas escogió a dedo a la nueva elite económica y el 10% de sus ganancias empezaron a ir a las cuentas de banco de la familia Salinas.

Enrique Krauze y Octavio Paz celebraron la implementación del nuevo modelo y cantaron sus virtudes, y una generación de universitarios los leímos y les creímos emocionados.

Algo sin embargo no funcionó en el nuevo modelo, y se notó durante el mandato del segundo presidente neoliberal.

La riqueza no goteaba. Mientras el 60% de la riqueza del país se concentraba en el 0.6% más rico de los mexicanos, los salarios se habían congelado.

Además, las mujeres no ascendíamos. Una o dos mujeres fueron elegidas en cada elite de la sociedad como botones de muestra de que la igualdad avanzaba, y el resto esperaba su turno en vano.

Paz lo escribió por entonces: Hay que darle tiempo al modelo para dar sus frutos.

Sin embargo, 30 años después, y al cabo de otros 3 presidentes neoliberales, la riqueza seguía sin gotear hacia abajo —los salarios seguían congelados—, las mujeres seguían esquinadas, y los intelectuales neoliberales no lo anotaban en sus escritos.

Su crítica ahora se dirigía siempre hacia arriba. Criticaban la corrupción de los gobernantes o sus excesos. Nunca al modelo neoliberal y a sus promesas rotas.

Lo cierto es que en el año 2018, un candidato a la presidencia se dirigió directamente a la gente y les prometió desmantelar el fallido modelo neoliberal y ensayar un modelo de Izquierda.

Y la gente le respondió con entusiasmo en las urnas.

López Obrador dedicó su sexenio en efecto a cumplir lo prometido: a desmantelar el modelo neoliberal e implementar el modelo de Izquierda en las instituciones y las prácticas.

Ayudas sociales a 7 de cada 10 familias. Anulación de instituciones autónomas. Nuevas leyes laborales. Recaptura de varias empresas por el Estado.

El resultado no fue el paraíso, ni mucho menos. Las dos taras endémicas del país subsistieron: la corrupción y la impunidad. Y sin embargo el modelo cumplió sus promesas principales.

Los salarios subieron 30%. 3 de cada 4 familias recibieron dinero del gobierno. 11 millones de personas salieron de la pobreza.

¡La riqueza goteaba!

Es más: llovía. Repito la cifra impresionante: 11 millones de personas salieron de la pobreza.

Y algo más cambió.

Ahora sí las mujeres y los morenos ascendieron a tomar la mitad de los puestos de poder del sistema y se volvieron más visibles que nunca, al ocupar la mitad de los sitios en las capas de autoridad.

Por eso en las elecciones del 2024 la candidata de la Izquierda fue mujer y por eso arrasó en las urnas, y por eso lo primero que mandó hacer fue la Reforma al Poder Judicial, el penúltimo bastión de los neoliberales.

Ese bastión ha sido tomado este mes de junio del año 2025. De ahí que Enrique Krauze tenga razón para estar melancólico y declarar que la República (neoliberal) agoniza.

Sí, es verdad, el modelo neoliberal empieza a desvanecerse del mundo.

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