Sergio Torres planea tomar por asalto el STASAC

Álvaro Aragón Ayala

Bajo la carga de la sospecha política y social y en la línea de una investigación que trata de desentrañar el porque durante su gestión como alcalde (del 1 de enero de 2014 al 31 de diciembre de 2016) el cartel de Sinaloa creció de manera exponencial al grado de comenzar a implementar un sistema de videovigilancia en la infraestructura urbana de Culiacán, el diputado local y todavía coordinador del Movimiento Ciudadano, Sergio Torres Félix, intenta tomar por asalto el Sindicato de Trabajadores al Servicio del Ayuntamiento de Culiacán (STASAC).

Con su estilo desbozalado, grosero, Sergio Torres pretende convertirse en el Sindicato, que una vez dirigió, en el gran elector, lanzándose contra el secretario general de la agrupación, Julio Duarte Alpan, quien, muy a tiempo, se desprendió del ex alcalde, quien cobró fama por la compra e instalación de “Los Morrines”, muñecos blancos que usaba de distractor, mientras el pretendía promover el “narco-turismo” para lucrar con la detención del capo Joaquín Guzmán Loera, y el narco tomaba las riendas de los puestos claves de la policía municipal.

A Sergio Torres le urge tomar el dominio del STASAC. Planea usarlo, como en el pasado, para su peculio y provecho personal. El STASAC es considerado una pieza que puede ser usada en negociaciones político-electorales con rumbo al 2027. El proyecto de Sergio es apoderarse de la agrupación, solo que en el sindicato nadie lo quiere, sabe como se las gasta y lo conocen: siempre que intenta doblegar a alguien lo insulta y llama corrupto.

Para el coordinador estatal del MC, cuya cola arrastra casi a diario por el Congreso Local, Julio Duarte “es un dirigente opaco (que) utiliza el sindicato en beneficio propio y amenaza a los trabajadores. “En los últimos años Duarte ha autorizado incrementos económicos a familiares cercanos, incluyendo su esposa, padre y cuñado, con beneficios que ascienden entre 5 mil y 7 mil pesos mensuales, representando hasta 100 mil pesos al año”, dijo.

Pero en el sindicato nadie escucha, menos le hace caso a Sergio Torres. Lo conocen. Saben que tiene un lado obscuro: la Administración para el Control de Drogas (DEA), el Buró Federal de Investigaciones (FBI), inteligencia militar (Sección II de la Sedena) y el Centro Nacional de Inteligencia todavía lo mantienen bajo vigilancia activa. Los diagramas de seguimiento o de relaciones, elaborados por los especialistas en inteligencia criminal, desprenden el árbol genealógico y las “redes de protección” del ex munícipe y actual diputado local por el Movimiento Ciudadano.

En una publicación de la Jornada del domingo 7 de junio del 2013, el periodista Javier Valdez Cárdenas (+), especialista en temas de narcotráfico, nutrió las sospechas en torno al político oriundo del poblado de Los Vasitos, Sindicatura de Las Tapias, municipio de Culiacán. En el artículo “Clima de violencia deteriora la competencia política en Sinaloa”, reveló que Sergio Torres, en aquel entonces candidato de la alianza Transformemos Culiacán (PRI, PVEM, Nueva Alianza), era acusado en un video “de tener nexos con el cártel del ‘Chapo’ Guzmán”.

Precisó: “de acuerdo con una ficha de la Dirección de Gobierno de la administración estatal del 2007, el ex diputado federal y ex diputado local, quien cuenta con el respaldo del gobernador Mario López Valdez, tiene puntos vulnerables, entre ellos su ‘parentesco con Javier Torres (El JT, ex operador del cártel de Sinaloa, preso por narcotráfico en el penal de máxima seguridad del Altiplano)”.

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