Ebrard depende de Morena y Morena es base de AMLO

Carlos Ramírez

El punto clave para entender los escenarios políticos de Marcelo Ebrard Casaubón se localiza en las expectativas reales que tendría fuera de Morena. Hasta ahora, el excanciller ha estado jugando en la cancha del partido-movimiento que fundó el presidente López Obrador y que funciona no como estructura ni representación corporativa, sino como base militante en torno a la figura del liderazgo del tabasqueño.

A estas alturas de la sucesión no se han hecho cálculos sobre las expectativas de Ebrard en careos electorales si acaso participara como candidato independiente o de Movimiento Ciudadano; los cotejos conocidos colocan a Claudia Sheinbaum Pardo, Ebrard y Adán Augusto López Hernández con tendencias de votos similares y distanciados dos dígitos de la candidata del Frente Amplio conservador, sólo por ser lopezobradoristas.

De ahí la importancia de tener indicios sobre las expectativas electorales de Ebrard en Morena y confrontado con López Obrador, si acaso Dante Delgado Rannauro le regala MC porque las dos personalidades no pueden convivir en un mismo espacio político o, lo que es más importante, cuántos votos vale Ebrard como candidato independiente.

El presidente López Obrador ha cedido a todas las exigencias a Ebrard e inclusive no ha querido entrar en choque directo de descalificaciones, a pesar de que el excanciller está insinuando cada vez de manera más directa que el tabasqueño está trampeando al imponer a Sheinbaum como su candidata.

Otro punto importante para definir las expectativas de Ebrard se localiza en la validez de las encuestas de alrededor de una docena de empresas demoscópicas que han estado dando la ventaja a favor de la exjefa de Gobierno capitalino de 8 a 14 puntos porcentuales y que son empresas con un prestigio que no se perdería por cualquier capricho presidencial.

Este aspecto es bien importante porque Ebrard sólo ha presentado una encuesta de una empresa que ha tenido resultados equivocados en otros escenarios y se aferra a la ventaja de 6 puntos que lo ponen por delante de Sheinbaum. Aún si esa empresa encuestadora fuera incorporada a las seleccionadas por la dirección de Morena, las tendencias de las otras siguen dando ventaja al ex jefe de Gobierno.

En el fondo, los indicios señalan que Ebrard quiere dar un golpe político interno para quedarse con el control de Morena, pero sin entender que Morena no existe como partido político ni como estructura organizativa, sino que es un símbolo político que se mueve en los escenarios manejados de manera directa y exclusiva por el presidente López Obrador.

Y como dato adicional, existe una estructura paralela y funcional a Morena: los titulares de los 22 gobiernos estatales que ganaron elecciones sólo por la representación del binomio Morena-López Obrador, inclusive en entidades donde el partido no existe de manera operativa y hasta carece de dirigentes locales.

La intención de un golpe político para quitarle Morena al presidente López Obrador enfrentaría a Ebrard, inclusive, con un escenario extremo que ya habría sido deslizado de manera pública por el presidente de la República: si Morena falla, López Obrador lo desaparece como partido y crea otro porque el liderazgo político del espacio electoral de ese partido lo tiene el tabasqueño.

Y por si fuera poco, la estridencia política de Ebrard en modo de compulsión psicológica no está abriéndole nuevos espacios en la sociedad antilopezobradorista ni en la oposición ya marcada con el signo de la coalición neoliberal conservadora y los legisladores que siguen hasta ahora a Ebrard no alcanzan a reventar el liderazgo interno del partido ni consolidarían una base para un nuevo partido, además de que comenzaron ya a circular indicios de que los que apoyen las estridencias de Ebrard quedarán fuera del reparto de posiciones y cargos públicos para el próximo sexenio.

Ebrard mostró prácticamente todos sus instrumentos de rebelión y no ha modificado ni el ánimo del presidente ni la tendencia de votos y se ha encontrado con un blindaje todavía muy sólido del liderazgo de López Obrador en Morena y en los beneficiarios de los programas sociales.

Todos los indicios señalan que las elecciones presidenciales serán entre la continuidad del modelo político-social-popular que representa a Claudia Sheinbaum y la oposición antilopezobradorista que ya se nucleó alrededor de la coalición conservadora comandada por el activista Claudio X. González y con la oposición PRI-PAN-PRD subordinada a esos intereses.

Estos datos estarán indicando por qué en Palacio Nacional no están preocupados por Ebrard.

El contenido de esta columna es responsabilidad exclusiva del columnista y no del periódico que la publica.

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