Xóchitl: autoatentado, sólo voto anti AMLO y mucho fuego amigo
Carlos Ramírez
Con el mismo método analítico que se utilizó para alertar de una posible agresión contra la senadora panista/no-panista Xóchitl Gálvez, una de las trece corcholatas de la coalición opositora, se puede tener los elementos suficientes de que se estaría configurando más bien un autoatentado como una forma de consolidar sus expectativas mediáticas.
Las otras características de la precandidatura de la exfuncionaria foxista se sustentarían en la tesis de que su expectativa política se basa solamente en el sector radical del antilopezobradorismo, sin permear en la oposición y la sociedad que discuten proyectos económicos y razonamientos políticos.
En consecuencia, las pistas de cualquier agresión contra la pre-precandidata del Frente Amplio –que representaría a una fracción del PAN y nada del PRI o del grupúsculo del Partido de los Chuchos– tendrían consideraciones de fabricación de circunstancias entre sus propios seguidores, algo que no es ajeno a la cultura priista todavía vigente que recuerda, por ejemplo, el autoatentado del gobernador oaxaqueño José Murat Casab y un poco más lejos el autoatentado de Juan Domingo Perón para consolidar su liderazgo populista.
La invocación de la figura de Colosio que han hecho impulsores de la figura de la senadora Gálvez ignora –o quisiera ignorar– lo que se estuvo de manera esquemática detrás del magnicidio del 23 de marzo: a Colosio le querían quitar la candidatura porque se había aliado Camacho Solís para impedir la continuidad neoliberal y operar una verdadera transición a la democracia más allá de las reformas de maquillaje del expresidente Salinas de Gortari. El propio Colosio, como lo recuerdan cercanos colaboradores, se había quejado de que el presidente Salinas lo estaba presionando para quitarle la candidatura, pero que el sonorense no se iba a dejar. Salinas nunca le dio autonomía política a Colosio y lo trajo con el mecate corto, con el dato adicional de que el candidato priista había decidido un espacio de autonomía política e ideológica que se concretó en un par de frases contundentes del discurso del 6 de marzo en el Monumento a la Revolución.
La primera versión oficial del fiscal especial Miguel Angel Montes, todo un ministro de la Suprema Corte de Justicia que había sido designado a propuesta concreta de la señora Diana Laura Riojas de Colosio, determinó la tesis de una “acción concertada”, es decir, de un operativo criminal desde dentro de la estructura del grupo político dominante y por lo tanto del Estado. Luego Salinas presionó para cambiar a “asesino solitario”.
En este contexto, la argumentación de periodistas y analistas que quieren consolidar la figura de la senadora Gálvez como precandidata única por su antilopezobradorismo –sólo por eso– proviene de profesionales del análisis que en su momento no desdeñaron la tesis del crimen político desde el grupo dominante del Estado en 1994 y también manejaron de manera argumentativa que Salinas había visto en peligro la continuidad personal, de su proyecto y de su equipo por la alianza con Camacho Solís, a quien Colosio ya le había comprometido el cargo de secretario de Gobernación de su gabinete.
Y para reforzar este escenario analítico, José Francisco Ruiz Massieu, secretario general del PRI, diputado electo, jefe del gabinete político del presidente electo Zedillo y designado para la Secretaría de Gobernación del gobierno zedillista, también fue asesinado en 1994 como parte de la “tremenda lucha por el poder” –Salinas dixit– al interior del bloque salinista.
La preocupación actual de esos analistas articulados al impulso de la precandidatura desde senadora Gálvez se quedó con la imagen superficial del asesinato de Colosio como un magnicidio político, pero sin profundizar en los datos que siguen abiertos respecto a que se trató de un crimen del grupo político dominante que estaba viendo en riesgo su continuidad en el gobierno de Colosio y su alianza con Camacho Solís.
De ahí la percepción de que el argumento de una posible agresión contra la senadora Gálvez estaría más cerca de un autoatentado que de una embestida de Morena.
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