AMLO, entre la negación y la defensa del Ejército
Mathieu Tourliere
En un principio López Obrador rechazó que la Sedena espíe a sus espaldas, y luego se contradijo. “Me informan”, dijo al inicio de la conferencia de prensa. Minutos después, preguntado sobre la justificación que le dio la institución castrense para espiar a Raymundo Ramos, reviró: “No me explicaron nada (…) Les tengo confianza a los mandos porque saben muy bien que está prohibido el espionaje”.
Después de cuatro días de silencio sobre las nuevas pruebas de Pegasus, López Obrador fue cuestionado por las periodistas Nayeli Roldán, de Animal Político, y Dalila Escobar, de Proceso. Con una intensidad poco vista antes, el mandatario dedicó decenas de minutos a despotricar contra la prensa “tendenciosa, vendida, alquilada, al servicio de los corruptos”, y sostuvo: “Ustedes no van a poner la agenda”.
El mandatario trató de desvirtuar la investigación EjércitoEspía. Sostuvo que era “un invento de ustedes, un golpe más para supuestamente afectarnos”. En otro momento criticó a Citizen Lab, el grupo de expertos de referencia en el tema de Pegasus, al aludir a él como “una universidad del extranjero, de Canadá, habían descubierto que nosotros espiábamos”.
El argumento principal de López Obrador plantea que su gobierno ya no hace “espionaje”, sino “inteligencia”; y que no hay “ninguna ilegalidad” en ello. Explicó que el espionaje tiene que ver con una “persecución política”, como lo hacían los regímenes “del pasado”, mientras la inteligencia permite combatir a la delincuencia por medios que no sean la fuerza.
Sin embargo, el mandatario no pudo explicar por qué la Sedena espió las conversaciones de periodistas y defensores de derechos humanos como Ramos, o qué crímenes se evitaron con la intervención de sus teléfonos. “No podría contestarle”, le reviró a Roldán, y en otro momento agregó: “Puede ser algo relacionado con el general Audomaro Martínez Zapata” –el titular del Centro Nacional de Inteligencia–, pero no desarrolló su idea.
En su defensa a la Sedena, sugirió incluso que Raymundo Ramos está vinculado a la delincuencia organizada –acusación que la Sedena lleva años esparciendo sin presentar prueba–, pues soltó: “Cuando hablan de la defensa de derechos humanos en Nuevo Laredo, yo tengo, se los digo de manera sincera, mis dudas”. Y añadió, en contraste con sus propias palabras: “No estoy acusando a nadie”.
El mandatario también mantuvo una profunda ambigüedad sobre Pegasus. En reiteradas ocasiones, desde que tomó posesión como presidente, se ha referido al spyware de NSO Group, y ha afirmado que su gobierno nunca lo volvió a contratar. Sin embargo, ante una pregunta incisiva de Escobar, el mandatario alegó ignorancia.
“Es que lo de Pegasus, si mi pregunta a mí sobre Pegasus no podría yo contestarle porque no sé bien de qué se trata. Entiendo que es una marca, que es un sistema que incluye aparatos para espiar, para intervenir teléfonos”, aseveró el mandatario. Y se lanzó en una reflexión enredada: “Pero el Pegasus existe desde antes de Pegasus y después de Pegasus; creo que lo de Pegasus está vinculado a lo que antes se hacía con Calderón… García Luna fue el rey del manejo de Pegasus”.