¿Cambiar de nombre a la UAS?
Álvaro Aragón Ayala
Las características del mandato de Rubén Rocha Moya semejan el de una dictadura territorial que pretende el apoderamiento de todo, que proyecta el control de todo y de todos. El gobernador mantiene sometido a sus caprichos al Poder Judicial y al Poder Legislativo. La única entidad que escapa a su dominio es la Universidad Autónoma de Sinaloa. La Ley de Educación Superior del Estado fue confeccionada para que Rubén Rocha tome el control de la UAS.
Periodistas, politólogos y sociólogos, no han elaborado una rigurosa prospección y análisis sobre lo que sería el destino de la UAS en dado caso de que cayera en manos de Rubén Rocha Moya, quien ya tiene bajo su dominio a la Universidad Pedagógica de Sinaloa, la Universidad Politécnica y otras universidades estatales no autónomas, incluidos en ese imperio el Cobaes, el Conalep, las normales y el Icatsin, en donde impone autoridades a su antojo.
Entendiendo la sumisión, ese queda bien, de los morenistas con el presidente de la República se pensaría que, si se consuma el asalto a la UAS, la institución derivaría en un rápido cambio de nombre y se trataría, por qué no, como una extensión de la Universidad “Benito Juárez”, la universidad de López Obrador, una de las peores evaluadas del país. En la UAIM y la UAdeO, ya, también, bajo el dominio Rocha Moya, los cambios no serían sustantivos, pero entraría el relajo por sus puertas principales.
En su afán por dañar la reputación de la UAS, los supuesto análisis sobre la Casa Rosalina se pierde en el ataque; nada es tratado con rigor periodístico porque no se profundizan en la agenda de las Universidades Públicas autónomas y no autónomas, sus problemas estructurales, avances y proyectos. La discusión mediática sólo encierra invención de falsos escenarios, conjeturas, calificativos, frases y oraciones a la medida para denostar personajes universitarios y políticos. El buen analista no usa descalificativos, sino plantea diagnósticos y ofrece ideas y rutas para la valoración del tema in comento.
¿Qué pasaría con la UAS si cae en poder de Rubén Rocha Moya? ¿Se atrevería a cambiarle de nombre, imponerle, por ejemplo, el de la Universidad “Benito Juárez”? ¿Cuánto personal sería despedido? ¿Ingresarían de nuevo los jubilados a las aulas, a imponer el viejo modelo enseñaza-aprendizaje que consistía en mentadas de madres, la indisciplina y la conversión del campus universitario en un espacio para el desenfreno? ¿Cuántos programas y carreras desaparecerían?
Si se analizan las características del mandato de Rubén Rocha Moya la conclusión es que la UAS “reventaría” y perdería, en una primera instancia, su sistema democrático, el que por la vía del Consejo Universitario elige al Rector y los directores, y se impondría un remedo de democracia estudiantil, mediante el cual se regresaría al viejo modelo que generaba desorden, huelgas, paros y agresiones entre universitarios. La anarquía tendría patente de corso en la Casa Rosalina.
Por razones no entendidas – ¿o sí? -, los “analistas” no hurgar en lo que sucede en la UAIM y la UDdeO, ahí, donde hay terror, pánico, por las anunciadas iniciativas de reformas a sus Leyes Orgánicas, pero donde sus directivos se conducen atrapados por el miedo a enfrentarse con el gobernador por las redes de intereses que han tejido al interior de esas universidades. Si rechazan la Ley de Educación Superior, la acción gubernamental los orillaría a perderían sus privilegios.
En la Ley de Educación Superior, Rocha Moya y sus diputados de Morena, PRI, PAN y otros legisladores, no plantean concederle autonomía a la Universidad Pedagógica, a la Universidad Politécnica ni a otras universidades estatales; no incluyeron ningún artículo para liberar o democratizar a esas instituciones en donde existe esa demanda silenciosa, legítima, de la planta docente, administrativa y estudiantil.
En esas instituciones los Rectores o directivos son impuestos por “dedazo”, sin consultar a los maestros ni al personal administrativo y mucho menos a la que llaman base estudiantil. No hay democracia en estas universidades que callan, que se refugian en los túneles de la aparente calma por terror, porque esas casas de estudio son controladas por Rubén Rocha Moya. Esas ya están bajo el dominio del gobernador.
¿Cómo cambiar los modelos de elección en la UPES y en la UPS y otras universidades estatales, incluyendo el Cobaes, el Icatsin, el Conalep y las normales? ¿Hasta dónde sería posible concederles autonomía y democratizar los métodos electivos de sus autoridades? La imposición de autoridades en estas instituciones, tiene en su estructura un poder sobrepuesto: el del gobernador Rubén Rocha, cuyas características de gobierno generan inquietud en la sociedad pensante.