La oposición (1): En busca del tiempo perdido
Carlos Ramírez
Los palos de ciego de la oposición en el escenario de la elección presidencial de 2024 se pueden resumir en dos casos concretos: la senadora expriista-exlopezobradorista-neopanista Lilly Téllez se lanzó al ruedo con su discurso de confrontación, pero se ahogó con su propuesta de una “derecha moderna”. Y la foxista Xóchitl Gálvez, con su bicicleta y su traje de botarga, repentinamente se colocó como pre-pre-precandidata presidencial opositora sólo porque apareció tocando la puerta de Palacio Nacional como Testigo de Jehová en busca de creyentes.
Mientras tanto, en otra pista de las muchas existentes, los tres dirigentes de los principales partidos de oposición –dos organizaciones con experiencia en el poder presidencial– están al cuarto para las 12 buscando con desesperación un método para seleccionar al candidato presidencial, cuando en lo oscurito ya se repartieron las nominaciones: gubernaturas de Estado de México y Coahuila para el PRI y Ciudad de México y la presidencial para el PAN.
Pero ayer arrancó el mecanismo de designación del candidato presidencial de Morena ocupando todos los espacios mediáticos, mientras el PRI, el PAN y el Partido de los Chuchos y sus asociados cada vez más lejanos –Coparmex, Claudio X. González, Lorenzo Córdova y membretes de la sociedad civil (con el perdón de Gramsci)— siguen sin tener ya no el pretencioso método de designación del candidato, sino siquiera el mecanismo para decirle a la sociedad que el candidato opositor ya está desde antes y será el representante de la élite del poder, es decir, avisarle a los ciudadanos que el candidato ya designado es Santiago Creel Miranda, secretario de Gobernación de la administración de Fox.
La oposición se está organizando bajo el criterio estratégico de que está combatiendo con el PRI disfrazado de Morena, aunque el PRI con la botarga neoliberal de Carlos Salinas de Gortari está hoy en la coalición opositora. Sin embargo, el adversario de la oposición no es el PRI, sino la estrategia personal del presidente López Obrador.
La construcción de la alianza opositora PRI-PAN-PRD fue una de las decisiones más astutas de los partidos en la oposición, pero ha faltado enfoque estratégico, no tuvo pensamiento político y sobre todo careció de calidad de liderazgo en sus dirigentes. El ridículo de los tres dirigentes de los partidos opositores apenas cerradas las urnas mexiquenses para anunciar con un entusiasmo estimulante –gritos de victoria que no se escuchaban desde 1982– que la candidata coalicionista había ganado con 18 puntos de ventaja apenas duró unos minutos, y fue misma candidata Alejandra del Moral tuvo que aparecer compungida, minutos después, para aceptar la derrota, con el mensaje simbólico de estar acompañada nada menos que por el pre-pre-precandidato opositor el Creel Miranda vinculándolo a un fracaso.
La alianza opositora tendrá valor si toma la decisión de relevar a los dirigentes actuales de los partidos y colocar a figuras que generen credibilidad, apoyo social y sobre todo que reflejen imágenes que contrasten en automático con lo que ocurre en Morena. De ahí la percepción de que la coalición opositora seguirá fracasando en tanto mantenga a sus actuales dirigentes.
Y no debe tardar una definición clara de los partidos de oposición sobre quién definirá al candidato opositor: los partidos o los grupos de interés de la derecha, la Coparmex o el empresario X. como el nuevo Señor Dedo.
En privado, los dirigentes de los partidos saben que tienen perdida la elección presidencial y ahora están buscando el control del reparto de candidaturas legislativas y de gobernadores que respondan a los intereses de las élites partidistas. A lo mejor los dirigentes de los tres partidos de oposición fueron circunstanciales, pero han demostrado que no están a la altura del desafío presidencial que representa López Obrador y Morena.
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