México rompe enfoque imperial de EU en Ucrania y la frontera

Carlos Ramírez

El modelo  centralista del sistema de toma de decisiones del gobierno mexicano ha impedido que muchas decisiones estratégicas que redefinen las relaciones con la Casa Blanca pudieran convertirse en políticas de Estado: la negativa de Palacio Nacional de apoyar las sanciones de Washington consolida el modelo de nacionalismo de resistencia.

La decisión presidencial dejó entrever una lectura de seguridad nacional mexicana detrás de la Operación Ucrania. El juego de poder del presidente Joseph Biden quiere eludir el desplazamiento de tropas estadounidenses a la zona del conflicto por la falta de consenso interno hacia las aventuras militaristas, después del estrepitoso fracaso de las guerras de George Bush Jr., aunque a costa de sacrificar al pueblo ucraniano.

El enfoque estratégico de Biden es la extensión del pensamiento neoconservador de los estrategas de Bush Jr. después de los ataques terroristas en Nueva York y Washington el 9/11 de 2001: la construcción de escenarios de batalla fuera y muy lejos del territorio estadounidense y el involucramiento de tropas de otros países.

La urgencia de Bush Jr. por invadir Irak y Afganistán basado en inteligencia falsificada de manera intencional no logró el apoyo multinacional de la ONU, por lo que decidió la invasión y después incorporó casi a la fuerza el apoyo de otras naciones.

El enfoque de seguridad nacional estratégica de Biden es eminentemente militarista, y la guerra en Ucrania, azuzada por la Casa Blanca, privilegió el enfoque de la OTAN como tratado militar europeo que se está extendiendo a otras partes del mundo. El presidente Donald Trump presionó a sus aliados europeos para que aumentaran su gasto militar y empujó la necesidad de crear un ejército multinacional europeo que disminuyera las presiones para las intervenciones directas de Washington en guerras extraterritoriales.

La decisión de Palacio Nacional y la cancillería mexicana de condenar la guerra, pero negarse a la aplicación de sanciones a Rusia rompió la percepción de la Casa Blanca de una unidad regional subordinada. Aunque fue tibio el pronunciamiento del Grupo Puebla de países y personalidades en el espectro de centro-izquierda Iberoamericano, sí dejo el mensaje de que Estados Unidos no contará con el apoyo ciego y absoluto de los países de la región al sur del río Bravo.

La decisión del presidente López Obrador de explicar en público su decisión de condenar la guerra sin meterse en las razones imperialistas estadounidenses de la guerra en Ucrania estaba en el escenario pesimista de la Casa Blanca; Palacio Nacional resistió las presiones del aparato de poder de la Casa Blanca en temas ajenos a las relaciones bilaterales como las declaraciones del secretario de Estado sobre asesinatos de periodistas mexicanos y anuncios de endurecimiento de la política estadounidense de seguridad pública y fronteriza, cuya intención no era mostrar preocupación por circunstancias mexicanas sino enviar el mensaje del endurecimiento del discurso presidencial de Biden contra México.

La decisión del presidente López Obrador de no sumarse al modelo sancionador de la Casa Blanca rompió con el compromiso de subordinación de la política mexicana a los intereses de Washington que el presidente Carlos Salinas de Gortari había aceptado ceder en el escenario de seguridad nacional del Tratado de Comercio Libre que se negoció con el estratega de espionaje y juegos de guerra que funcionaba en 1991-1993 como embajador estadounidense en México: John Dimitri Negroponte, considerado el jefe del espionaje de seguridad nacional desde la época de Reagan.

La decisión fue darles prioridad a los intereses de seguridad estratégica de México motivó el posicionamiento de salirse por la tangente de la estrategia de subordinación de intereses militares y de seguridad nacional de Estados Unidos, pero colocó al país en la mira de presiones de corto plazo de Washington en la agenda mexicana.

El presidente Biden no tardó en reaccionar y el enojo hacia México por no apoyar a ciegas la estrategia estadounidense en Ucrania motivó mensajes de advertencia en el endurecimiento de la política de seguridad pública y de control fronterizo que anunció el primer informe del Estado de la nación la noche del pasado martes 1 de marzo.

El regreso del nacionalismo de resistencia a la política exterior de México ante Estados Unidos representa un giro estratégico importante para la redefinición in situ de las relaciones bilaterales.

Con información de Indicador Político

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