Morena: el partido que no fue y podría tener vida sexenal

Carlos Ramírez

Fundado entre 2011-2014 como un desprendimiento del PRD y potenciado por la figura dominante de Andrés Manuel López Obrador, el partido Morena nació como un movimiento de grupos sociales sin vinculación con las clases productivas, es decir sin articulación con las clases obrera y campesina.

En este sentido Morena irrumpió en la vida política institucional como un movimiento aglutinador de formaciones sociales militantes alrededor de las demandas sociales de ciudadanos marginados de las políticas públicas y en situación de precariedad de vida.

A lo largo de su corta vida, el partido Morena ha conservado configuración original y no ha tenido entre sus prioridades la organización estructural para relacionar al partido y los movimientos; en los hechos, el partido Morena ha funcionado como una mera agencia de colocaciones para cargos públicos y patrocinar candidaturas que representan más a figuras personales que a movimientos sociales específicos.

Esta configuración del partido Morena responde al perfil de liderazgo personal unitario de López Obrador. Pero esta estructuración se convierte en un problema de gobernabilidad porque Morena como partido no puede llevar al sistema de toma de decisiones la representación de los intereses de los grupos en pugna.

Los partidos nacieron para representar a la clase productiva proletaria, frente al dominio de la clase propietaria o burguesía de las decisiones de poder. Los sistemas de partidos han funcionado en tanto que reproducen en su seno la lucha de clases en la prefiguración y de aprobación de reglas de funcionamiento del Estado buscando siempre el consenso entre las clases en pugna.

Asimismo, la vida de los partidos se orienta a la conquista de cargos públicos para el ejercicio directo del poder, pero de manera significativa contribuyen a construir el sistema democrático de representación, fase superior de la democracia directa del ágora griego.

Y para mayor funcionalidad, la tarea de los partidos en las formas de gobierno democrático conduce a que la representación partidista en el sistema parlamentario funcione también como un contrapeso de equilibrio del poder ejecutivo para evitar los presidencialismos autoritarios. En el siglo XII los parlamentos rompieron los dominios absolutistas de los reyes y representaron los primeros intereses de clase de la burguesía feudal propietaria de tierras.

El principio original del funcionamiento de los parlamentos se basó en la construcción de un contrapeso que evitará el abuso de los reyes en el establecimiento de impuestos de manera arbitraria para exaccionar recursos sociales y trasladarlos al sostenimiento del nivel de vida de las cortes en decadencia. La frase que resume la función central de los parlamentos es muy sencilla de entender: no hay contribución sin representación.

La democracia representativa fue pervertida por los abusos de la centralización del poder en los regímenes de hombres fuertes, sean presidentes, primeros ministros o reyes, porque los partidos políticos que son el único canal funcional de acceso a los parlamentos dejaron de tener representación social o de clase y se convirtieron en meros instrumentos intermediarios de los autoritarismos centralistas.

El partido Morena comienza a padecer los estragos de la falta de una estructura de representación política, social y económica interna y encara conflictos en la distribución de las candidaturas. Como no ha ocurrido con el PRI o el PAN en la presidencia, cada vez con mayor frecuencia la asignación de candidaturas en Morena conduce al Tribunal Electoral para litigios que debilitan la legitimidad política del partido.

La crisis en la configuración interna de los partidos es consustancial al modelo sistémico del PRI porque destruyó la representación de clases productivas en el parlamento y creó una casta política que toma las decisiones en función de intereses relativos. Ahora mismo, por ejemplo, los sectores empresariales están dando el salto estratégico y táctico de buscar espacios propios en el sistema de representación política para que sus intereses de clase puedan tener una participación en los debates de leyes nacionales. Inclusive, la Coparmex como sindicato patronal ha logrado un espacio en la coalición Sí por México para intentar la colocación de el líder empresarial Gustavo de Hoyos como candidato presidencial de la alianza PRI-PAN-PRD.

En este escenario, la vida política del partido Morena estará atada al liderazgo de López Obrador y pudiera terminar en 2024, inclusive si ganará el candidato presidencial morenista.

Con información de Indicador Político

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