Monreal, que no le es fiel ni a su sombra, teje su propia candidatura al 2024

Antonio Ortigoza Vázques

*  En Morena muchos comparten la opinión de que el líder del Senado terminará desbocado por su irrefrenable ambición de poder, pues está más que convencido de ser el próximo presidente de México en el 2024; el que López Obrador no lo mencionara en la lista de sus probables sucesores fue síntoma de que tuvo mucho que ver en la derrota de su partido en la CDMX, pues Sandra Cuevas, ganadora en Cuauhtémoc, es su hechura política. A diferencia de AMLO, Monreal ha hecho buenas migas con la prensa “fifí” y cada navidad envía costosos arcones con viandas y vinos de primera conductores de Radio ABC, ignorando la austeridad republicana

Con la espina clavada en lo más profundo de su amor propio, Ricardo Monreal es una fiera herida que buscará tarde que temprano, cobrarle la afrenta de excluirlo de la lista prospectos al 2024 al presidente López Obrador.

Político chapulín, marrullero y acomodaticio, el líder del Senado es la antítesis de lo que podría acercarse a la definición de un hombre de izquierda. En sus tiempos de militancia priísta, siempre fue un perro fiel a su partido hasta que lo excluyó de la candidatura a Zacatecas.

No satisfechos sus intereses personales, su lealtad y convicción ideológica se esfumaron para sumarse a las nacientes disidencias que encontraron cobijo en el PRD. Y más que por capital político propio, le salió bien cobijarse como tantos otros en la figura política del entonces líder moral del Sol Azteca, Cuauhtémoc Cárdenas.

Montado en el capital político del michoacano ganó la gubernatura de Zacatecas. Y desde ahí concibió su sueño de ser presidente.

Poco después a su paso por Convergencia y el PT, Monreal dejó en claro que su dios y credo es el monrealismo, movimiento que define sus intereses personales y del cual echará mano llegado el momento oportuno, toda vez que su pequeño frankenstein llamado Fuerza por México no alcanzó su registro como partido nacional.

Monreal se lució sin pudor alguno con los candidatos del fallido partido y sus dirigentes; ha trascendido que quienes se sumaron a la loca aventura, atestiguaron la bendición que el líder del Senado dio al partido en ciernes.

Todos en el Senado saben que Monreal ha protegido políticamente al charro sindical de simulada izquierda, Pedro Haces Barba, quien no obstante ya nos ser senador en funciones, despacha desde una oficina de la Cámara Alta, en la sede de Reforma.

El derrumbe electoral de Fuerza por México fue un duro golpe a Monreal, pero más lo fue el ser excluido de la toma de decisiones de las candidaturas de Morena en la CDMX. Para el zacatecano fue un duro revés el que se dejara sin oportunidad de reelegirse a su cachorro, el alcalde de Cuauhtémoc, Néstor Núñez. El junior hijo del ex gobernador de Tabasco, Arturo Núñez, es políticamente hablando, hijo putativo de Monreal.

Todo Morena sabe que Ricardo Monreal tiene otra espina clavada que no ha podido sacarse desde el 2018, cuando en una de las tan dudosas encuestas de su partido, perdió ante Claudia Sheinbaum la nominación a la Jefatura de Gobierno. Desde entonces, supo por dónde estaban las preferencias del hoy presidente.

Monreal se sentía con el legítimo derecho a reclamar tal distinción porque en 2015 había ganado para la causa morenista la delegación Cuauhtémoc, misma que heredó a Néstor en 2018. En sus planes al 2024 estaba, por supuesto, que Néstor se reeligiera para apuntarlo a la candidatura de Jefe de Gobierno mientras él haría lo propio para la presidencia de la República.

Pero como una reedición del hada mala de la Bella Durmiente, al ser aislado del reparto de posiciones en la CDMX, en las elecciones intermedias, decidió jugar las contras a su partido, a la Jefa de Gobierno y hasta al presidente. Y de paso, dejar mal parado al que sería el operador estrella de Claudia Sheinbaum, nada menos que René Bejarano, cuya esposa, Dolores Padierna perdió de forma contundente en Cuauhtémoc.

Algo, dicen, sabe el presidente de la traición del vengativo Monreal a su partido, perfidia que se vio reflejada en el triunfo de Sandra Cuevas, empresaria ligada desde hace tiempo al líder del Senado, a quien en un primer momento la contempló para contender pero por la delegación Azcapotzalco.

Desde el Senado –y ahora desde el gobierno de Zacatecas donde por fin ganó su hermano David–, Ricardo Monreal ejerce un control absoluto y un manejo discrecional de los recursos desde que arribó como líder de la bancada de Morena.

Quizá valga la pena que el presidente se entere que mientras él pregona en las mañaneras una austeridad en los apoyos a los medios, Monreal es harto generoso con sus amigos comunicadores. Por ejemplo, nos dice un colaborador de Radio ABC, que todas las navidades, a diversos conductores de la radiodifusora pertenecientes a la OEM, les llegan arcones con las más exquisitas viandas y selectos vinos. Vaya pues, como en los viejos tiempos del PRI. Nada de austeridades republicanas.

Monreal, a diferencia de AMLO, no le tiene animadversión a la prensa “fifí”; por el contrario, la apapacha, la cuida y protege, por eso muchos columnistas y otros tantos comunicadores le rinden pleitesía en sus espacios al zacatecano.

Tras conocerse la lista de “presidenciables”, por boca del propio López Obrador y no aparecer en ella, Ricardo Monreal no pudo ocultar su contrariedad y trató de salir por la puerta de atrás con argumentos tales como hablar de sucesión provocaría división en Morena o de que esto le distraería de sus laborales y hasta dio a entender que se descartaba.

De los funcionarios nombrados por el presidente López Obrador como sus probables sucesores: Claudia Sheinbaum, Rocío Nahle, Marcelo Ebrard, Tatiana Clouthier, Esteban Moctezuma y Juan Ramón de la Fuente, ponderó sus cualidades.

Pero en su espacio habitual, el periodista de Excelsior, Pancho Garfias, escribió: “Eso llevó al coordinador de los senadores de Morena a autodestaparse ayer mismo. “En su momento, cuando se abra la convocatoria, voy a inscribirme”, nos dijo en exclusiva.

Y más: “A nadie debe ofender ni molestar que sea una aspiración legítima la mía. No soy un ambicioso vulgar. Sólo un aspirante normal. Soy fundador de Morena y es mi derecho participar”.

Algo deberá hacer, y pronto, Andrés Manuel López Obrador, para sacar de la jugada a Monreal porque ya demostró que lo suyo no es ni será la lealtad a nadie. Pruebas de que ha venido tejiendo su propio proyecto, ajeno en todos los sentidos al proyecto de la 4T y al de Morena, hay en abundancia, pero haber contribuido a la quiebra electoral en la capital del país, es un juego de poderes y perversiones que no puede aceptarse bajo ninguna circunstancia.

Fuerza por México es otro de los hilos conductores de hasta dónde pueden llegar sus ambiciones personales. Hay morenistas más confiables y menos codiciosos para tomar las riendas en la Cámara Alta. Y ahora que Martí Batres ha sido nombrado Secretario de Gobierno en el equipo de Claudia Sheinbaum, ha Monreal se le abre otro frente de peso. Batres sintió en carne propia las malas artes con que se conduce el zacatecano que está convencido de que puede y debe ser el presidente, pero ahora desde su poderoso cargo, seguramente le cobrará al líder senatorial los agravios pasados.

La sucesión del 2024 ya arrancó y Monreal debe recuperar el tiempo perdido en el ánimo presidencial si es que desea aparecer en la boleta presidencial bajo las siglas de Morena. ¿Lo logrará?

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